Seducción, intriga, traición y venganza son los ingredientes principales de “Les Liaisons Dangereuses” (“Las amistades peligrosas”), el clásico de Choderlos de Laclos que Christopher Hampton adaptó al teatro a mediados de la década de los ’80 con un éxito inusitado, inspirando poco después la aplaudida versión cinematográfica protagonizada por Glenn Close, John Malkovich, Michelle Pfeiffer, Uma Thurman y Keanu Reeves.
Se trata, en definitiva, de una de las mejores exploraciones jamás hechas en el cine (y en la literatura) sobre la seducción, la manipulación, la debilidad, la venganza y, por ende, sobre la mezquina naturaleza humana.
Al conmemorarse 30 años de aquel hito, el teatro Donmar de Londres estrenó una nueva producción, dirigida por Josie Rourke (quien antes estuvo a cargo de Coriolanus), y protagonizada por los actores británicos Elaine Cassidy, Janet McTeer y Dominic West, y que el reciente miércoles 27 de abril se proyectó en el Teatro Nescafé de las Artes (TNA) como parte del ciclo de transmisiones National Theatre Live de Londres.
“Las amistades peligrosas” se centra en la Marquesa de Merteuil y el Vicomte de Valmont, ex amantes que se enfrentan en juegos implacables de manipulación y venganza. Merteuil incita a Valmont a corromper a la inocente Cecile de Volanges antes de su noche de bodas, pero Valmont está interesado en la virtuosa y bella Madame de Tourvel.
En 1782, la novela de Choderlos de Laclos sobre sexo, intriga y traición en la Francia pre revolucionaria escandalizó al mundo. Doscientos años más tarde, la adaptación irresistible de Christopher Hampton arrasó, ganando el Premio Olivier y Evening Standard a la Mejor Obra. La nueva versión de esta seductora historia de Josie Rourke marca 30 años del aniversario de la obra y ha sido destacada por la crítica internacional principalmente por la calidad de las actuaciones, y el trabajo de Josie Rourke como directora.
Son dos actos de 3 horas de duración, con un intermedio, de teatro filmado, con la acción situada en el siglo XVIII, con actores y actrices vestidos a la usanza histórica, con diálogos e interpretaciones de real calidad, entonación y clasicismo, con elaborados parlamentos, en un escenario prácticamente desnudo, con cambios de la acción frente al público, sólo interrumpidos por pasajes de música tipo barroco y, por último, con espectadores sentados encima del escenario, prácticamente rodeando a los actores e introduciéndose en la acción.
El intermedio de un cuarto de hora de la película, se aprovecha para desarrollar una entrevista a la directora de la obra y a la pareja principal, para redondear una presentación de nivel superlativo.
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