La decapitación de un canadiense por parte de los islamistas filipinos de Abu Sayyaf reavivó la alarma por los más de 20 rehenes secuestrados en el archipiélago por este grupo, que las fuerzas de seguridad prometieron el martes perseguir y “neutralizar”.

La cabeza de la víctima fue hallada el lunes delante de un ayuntamiento de Jolo, una isla que se encuentra a unos 1.000 km al sur de Manila y que es el feudo del grupo islamista.

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y las autoridades filipinas precisaron que la víctima era John Ridsdel, un jubilado secuestrado hace siete meses junto a otro canadiense, un noruego y una filipina.

“La responsabilidad de este asesinato cometido a sangre fría es totalmente del grupo terrorista que tomó a la víctima como rehén”, advirtió Trudeau, prometiendo que iba a colaborar con Manila y otros “socios internacionales para encontrar a los autores de estos actos odiosos y aplicarles justicia”.

Los cuatro rehenes fueron secuestrados el 21 de septiembre a bordo de un yate amarrado en la marina de un complejo hotelero cerca de Davao, a más de 500 km de Jolo.

El grupo Abu Sayyaf, de los que se estima que hay unos cien combatientes, se ha especializado desde hace más de 20 años en secuestros por los que pide elevados rescates.

Seis semanas después del rapto, el grupo publicó un video en las redes sociales en el que se veía a sus rehenes en medio de la selva, reclamando el equivalente a 21 millones de dólares a cambio de la liberación de cada uno de los extranjeros.

En las imágenes más recientes, John Ridsdel explicaba que sería asesinado el 25 de abril si no se pagaba un rescate de 6,4 millones de dólares.

Unas horas después del ultimátum, la policía filipina anunció que dos hombres en moto abandonaron la cabeza en Jolo.

John Ridsdel, de 68 años, era amigo de Bob Rae, exjefe del Partido Liberal canadiense. Tras dedicarse al periodismo, Ridsdel ejercía como consultor para una empresa canadiense con actividades de explotación en los yacimientos de plata y oro en Filipinas.

Cordones militares

Mientras sigue la incertidumbre sobre el destino de los otros rehenes, Justin Trudeau advirtió que su gobierno “no comunicará ninguna información que pueda comprometer los esfuerzos” que se llevan a cabo para liberar a otro canadiense.

En Filipinas, las fuerzas de seguridad anunciaron la instalación de cordones militares en Jolo.

Según un comunicado del ejército y de la policía, los esfuerzos continuarán “para efectuar operaciones intensivas, militares y para mantener el orden, con tal de neutralizar estos elementos criminales“.

Abu Sayyaf es un pequeño grupo de militantes islamistas, surgidos de una insurgencia de separatistas musulmanes de Filipinas —un país de mayoría católica—, y considerado por Estados Unidos como una organización terrorista.

El grupo fue fundado en los años 1990 gracias a la financiación de un miembro de la familia del entonces líder de Al Qaida, Osama Bin Laden.

Según las autoridades, los islamistas tienen a más de 20 rehenes extranjeros, 18 de ellos marineros indonesios y malasios, raptados recientemente cerca del sur del archipiélago.

Abu Sayyaf tendría detenido también a un ornitólogo holandés, secuestrado en 2012. Un exsacerdote italiano fue recientemente liberado por el grupo.

Según la organización, en 2014 consiguió más de cinco millones de dólares con un rescate a cambio de la liberación de una pareja de alemanes, secuestrados frente a la isla occidental de Palawan.

Se les acusa de los peores atentados del país, entre ellos la explosión de una bomba en un ferry en la bahía de Manila en 2004 que dejó más de 100 muertos.

Los líderes de Abu Sayyaf declararon recientemente su fidelidad al grupo Estado Islámico. Los analistas sin embargo estiman que se trata más de un grupo criminal que de un movimiento ideológico.