Los desastres naturales, a los cuales nuestro país se ha tenido que enfrentar en reiteradas ocasiones a lo largo de su historia, siempre dejan damnificados y algunos de ellos deben estas en albergues y en condiciones de hacinamiento. Existen numerosos reportes que demuestran que posterior a cualquier evento de desastre natural, las infecciones aumentan progresivamente hasta varias semanas después, donde alcanzan los máximos niveles.

El impacto en la salud de la población enfrentada a estos fenómenos es variable y depende de la magnitud y tipo de evento, así como también, de las condiciones medioambientales y poblacionales locales.

Si consideramos que los recientes acontecimientos en la zona central de nuestro país implican principalmente inundación y destrucción en zonas urbanas, podemos esperar la aparición principalmente de enfermedades infectocontagiosas digestivas y respiratorias, producidas por la contaminación del agua, transmitida por vectores o por condiciones ambientales desfavorables.

“El frío y la humedad son los principales factores para la aparición de enfermedades respiratorias, especialmente en los grupos vulnerables como los niños menores de 5 años, adultos mayores y portadores de enfermedades crónicas, en quienes las consecuencias siempre son de gran impacto a su salud. Sumado a esto, el hacinamiento de los albergues o las insuficientes condiciones sanitarias de los hogares afectados, pueden generar brotes que deben ser atendidos oportunamente”, señala el Kinesiólogo Eduardo Tognarelli, Vicepresidente del Colegio de Kinesiólogos y experto en Terapia Respiratoria.

Consultado respecto de qué puede hacer la población afectada para prevenir las enfermedades más frecuentes, el profesional señala, que “las medidas de higiene son cruciales; el consumo de agua potable y la limpieza de utensilios y superficies son las medidas que primero deben tomarse. Para las enfermedades respiratorias, el ventilar, asear y secar casas, junto con medidas de cuidado personal como abrigarse adecuadamente con ropa seca y evitar en lo posible ambientes contaminados, pueden aminorar el impacto de esta compleja situación”.

El profesional agrega que “se deben mantener ambientes con buena ventilación, ventilar el domicilio diariamente abriendo ventanas de forma alterada en diferentes habitaciones, evitar la sobrecalefacción y exceso de abrigo. Las habitaciones deben estar templadas y no calientes, evitando los cambios bruscos de temperatura”.

Cómo prevenir

Después de las intensas lluvias, inundaciones y el masivo corte de agua que afectó a más de 4 millones de personas en Santiago, la preocupación ahora se centra en evitar las enfermedades infecciosas y broncopulmonares.

Por lo mismo, el Seremi de Salud, Carlos Aranda, recomendó la suspensión del funcionamiento de locales comerciales y expendios públicos que no cuenten con el suministro, con el fin de evitar riesgos sanitarios.

La idea es poner atención al color del agua que sale de las llaves, fijándose si viene con elementos extraños o turbia. El lavado de las manos es fundamental para evitar traspaso de infecciones y cuadros gastrointestinales.

Marcial Fernández, especialista en productos con desinfección Excell, aconseja el uso de clorogel , para evitar cualquier foco de contaminación tanto en viviendas como en locales y centros comerciales. “Es fundamental el uso de clorogel para baños y cocinas, sobre todo en superficies y artefactos, cuando pasan situaciones como éstas que inundan con aguas servidas y lodo los lugares donde habitamos o trabajamos”.

Otra recomendación que entrega el profesional es sacar el lodo y toda el agua contaminada para luego usar limpiadores de pisos con desinfectante que matan gérmenes.

También es de suma importancia vigilar algunas condiciones ambientales. “La humedad que quedará tanto en casas como en locales comerciales es caldo de cultivo para bacterias, hongos y gérmenes, por lo tanto sería preciso usar clorogel o desodorantes antihongos que se encuentran en el mercado”, complementa.

Además es importante evitar que los niños jueguen con el agua estancada, y ventilar y asear muy bien los espacios y objetos expuestos al agua de inundación.