En el cerro San Francisco, al sureste de Lima, la mitad de su población padece una pobreza franciscana y habita en chozas polvorientas sin luz ni agua, separada por un muro de 10 km con cerco de púas, de mansiones con piscina y parques, recordando que en Perú coexisten dos mundos.

Las pequeñas casitas están en el sector de Pamplona Alta, a 25 minutos del Palacio de Gobierno, donde no han llegado los candidatos que postulan a presidente. La gente sólo los conoce por los paneles publicitarios, trozos de madera que luego reciclan y utilizan como una pared para sus humildes viviendas.

Esta parte empezó a ocuparse hace 20 años, con migración de población andina desplazada por la pobreza y la violencia de las guerrillas que sembraron terror en el país. Luego sus propios descendientes empezaron a repoblar la zona. Son 7.500 habitantes en distintos asentamientos.

“Llegué hace cuatro años. Mis padres, mis hermanos también viven aquí”, dice Amelia Gomero a la AFP desde una casa con paredes de tablones y un tejado de placas de zinc.

En verano, la tierra seca se levanta con cada pisada y en invierno la humedad se apelmaza en el suelo, formando fango. Usan letrinas. El agua llega en camiones. Pagan 2,5 soles (0,75 dólares) por llenar un tanque de 150 litros, que les alcanza para tres días. Más de lo que paga un limeño por el servicio en su casa, aunque en la propia capital, unas 700.000 personas no cuentan con agua potable.

"El muro de la vergüenza" desde arriba | Google Maps

"El muro de la vergüenza" desde arriba | Google Maps

Desigualdad y crisis

En medio de la expansión en San Francisco surge el muro “de la vergüenza”, una frontera entre peruanos que se terminó de construir hace 5 años, como una medida de seguridad, según han argumentado quienes viven del lado rico, en la exclusiva zona de Las Casuarinas, que habitan allí desde hace 50 años, con vigilantes y controles de ingreso.

“Cuando construyeron el muro sentí tristeza. No estoy aquí porque me gusta vivir en la miseria sino porque necesito trabajo. Con el muro me hacen recordar que soy pobre“, dice Gomero, originaria de Huánuco, en el centro norte del país.

“La desigualdad en un tema crítico a resolver para recuperar el crecimiento, pero es algo que los políticos no entienden”, comenta a la AFP el investigador de Oxfam Armando Mendoza.

Impulsado por el boom de las materias primas, Perú, un importante productor de cobre, plata y oro, anotó una tasa de crecimiento promedio anual de más de 6% entre 2006 y 2013, en medio de elogios.

Pero en 2014 creció apenas 2,4% con un leve repunte en 2015 a 3,26%. Para especialistas, Perú no sale de su modelo tradicional de exportación. “Eso ha generado una falsa complacencia, colocan al país en piloto automático. La desigualdad no se resuelve sola“, agrega Mendoza.

La pequeña y mediana empresa genera en torno al 80% del empleo, según la OIT. Un rubro fuerte es el textil, que ya encendió las alarmas. En el emporio comercial de Gamarra, otrora símbolo del consumo de la clase media emergente en Lima, las galerías y talleres funcionan a un 50%, y se han perdido unos 230.000 puestos de trabajo en los últimos cinco años.

Hay plantas de más de 200 personas que han cerrado, las ventas han caído un 50%. Hay más gente desempleada y eso hace crecer la informalidad”, dice Susana Saldaña, propietaria de un taller.

Ellos aseguran que el privilegio otorgado a los grandes centros comerciales con facilidades para ingresar prendas chinas, está acabando con su industria. El desempleo en Perú anotó una tasa de 7,2% en febrero.

Ernesto Benavides | AFP

Ernesto Benavides | AFP

Tarea para el presidente

El saliente presidente Ollanta Humala aplicó programas sociales para población vulnerable con relativo éxito, aunque, además de la crisis global, se vio golpeado por un inadecuado manejo de conflictos sociales que terminaron paralizando algunos proyectos mineros clave y generando desconfianza.

“En el corto plazo, un nuevo presidente debe conseguir que el país crezca a su ritmo potencial de entre 4% y 5%, para recuperar la confianza. Y, para atender todas las necesidades, debe crecer 7% en el largo plazo, con reformas estructurales”, consideró el economista Jorge González.

Para los especialistas las reformas deben centrarse en la educación, justicia, empleo, seguridad ciudadana y evitar la evasión tributaria, temas que además la OCDE exige a Perú resolver para aceptarlo como miembro en 2021.

Perú redujo su pobreza en más de la mitad en 10 años a 22,7% en 2014. Pero, según Oxfam, un 40% de su población podría volver a caer en ella. Con inadecuado acceso a salud y servicios, enfrentar una enfermedad, un accidente, un gasto fuera de presupuesto, significa empezar nuevamente de cero. La economía crece, pero a la punta del cerro llega poco.