Aunque las prostitutas han desaparecido casi completamente de las calles del norte de Europa, la prostitución sigue presente en estos países pioneros de la penalización de los clientes, lo que muestra los límites, o incluso los inconvenientes, de semejante medida.

Antes de que Francia se sume esta semana a la medida, Suecia, Noruega e Islandia -tres naciones líderes en la causa femenina- han prohibido el comercio sexual desde 1999 (en Suecia) y una década más tarde en los otros dos países nórdicos.

Sin embargo, la prostitución está lejos de ser erradicada pese a las fuertes multas e incluso las penas de prisión, aunque ninguna ha sido pronunciada hasta ahora.

“No resuelve nada” afirma “Rita”, prostituta noruega que habla a la AFP con un nombre falso. “El negocio del sexo existe desde hace cientos de años y existirá siempre”, dice.

“La ley ha tenido verdaderamente un efecto disuasorio para los clientes. Se ve en nuestro trabajo diario, tienen mucho miedo” constata sin embargo Simon Häggström que dirige el grupo prostitución de la policía de Estocolmo.

Similar situación describe en la capital noruega Thor Martin Elton, responsable de la lucha contra el tráfico de seres humanos: “El mercado de la prostitución en Oslo se ha reducido considerablemente (…)”, asegura.

Un informe publicado en Noruega en 2014 había demostrado la eficacia de la ley, al considerar que la prostitución había disminuido en 20 a 25% desde su adopción en 2008. Pero su metodología y sus conclusiones fueron muy cuestionadas.

“El volumen de prostitución es más o menos el mismo que antes de la ley” afirma Astrid Renland, responsable de Pion, la organización que representa a las prostitutas de Noruega, cuyo número oscila “entre 2.500 y 3.000″.

Prostitutas precarizadas

La prostitución de calle ha disminuido debido a la penalización de clientes, pero también por las expulsiones de extranjeras ilegales o por la política de ayuda contra la toxicomanía.

Pero con internet y el teléfono, el comercio del sexo halla otros escenarios y prospera ahora entre cuatro muros.

En ocho años, el número de ofertas de prostitutas habría sido multiplicado por más de 20 para acercarse a las 7.000, según un estudio sueco de 2015.

Aunque su eficacia contra la prostitución es cuestionada, la prohibición del comercio sexual tiene efectos nefastos para las prostitutas, obligadas a una mayor clandestinidad para proteger el anonimato de sus clientes.

“Muchas dicen que su situación ahora es peor que la de antes, y no por que es más difícil hallar clientes” sino “porque la relación de fuerzas ha cambiado” explica Bjørg Norli, présidenta de Pro Sentret, organismo de ayuda a las prostitutas de Oslo.

Como el padre de familia ha dejado ahora sitio a individuos más peligrosos, en tanto que nuevo perfil de clientes, las mujeres están ahora expuestas a violencia, robos, amenazas, o a exigencias extremas.

“La ley, que supuestamente debe proteger, incrementa al revés la vulnerabilidad de las prostitutas. Vender su cuerpo se convierte en una actividad más peligrosa, más solitaria”, confiaba la sueca “Emma” a la televisión SVT en 2015.

En Oslo el 17 de diciembre –día mundial contra la violencia a las trabajadoras del sexo– una joven prostituta búlgara fue hallada asesinada.

“Sus colegas y amigas no se atrevieron a advertir a la policía de su desaparición” por miedo a ser fichadas, se lamenta Renland.