La lucha libre profesional vivió ayer uno de los momentos más esperados del año. En el AT&T Stadium de Texas se desarrolló el WrestleMania 32, espectáculo producido por la World Wrestling Entertainment (WWE).

Con más de 100 mil personas presentes en el recinto de Arlington y millones de televidentes, la trigésima segunda versión del WrestleMania superó todas las expectativas, con el regreso de The Rock incluido y la final de Peso Pesado de WWE, que fue adjudicado por Roman Reigns que superó a Triple H.

La pelea que más llamó la atención, sin embargo, fue la que protagonizaron Shane McMahon y The Undertaker en un Hell in a Cell match, la que fue considerada como una de celda infernales más espectaculares de la historia.

Después de una dura pelea y que terminó con una celda en el suelo, el hijo de Vince McMahon dejó malherido a “El Enterrador” en la mesa de los comentaristas, para luego subir hasta la cima para propinarle un salto de fe. Ante un expectante público y mientras los comunicadores le aconsejaban que declinara su idea, Shane se lanzó contra el “Taker”, pero éste último esquivó el golpe en el último instante.

Un lastimado McMahon fue llevado hasta la celda, pero no pudo reponerse y finalmente The Undertaker se quedó con la pelea al aplicarle un Tombstone Piledriver.

Con esto, McMahon deberá retirar sus acciones de la empresa, mientras que el “Taker” extiende su racha (23-1) en WrestleMania.

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