El ex mandatario brasileño Luiz Inacio Lula da Silva dijo este sábado que espera que el Tribunal Supremo autorice su nombramiento como ministro el jueves y criticó al vicepresidente Michel Temer, convertido ahora en peligroso rival de Dilma Rousseff tras romper la colición de Gobierno.

La presidenta de Brasil designó hace dos semanas a su predecesor como jefe de gabinete en un intento por fortalecer su campaña en contra del proceso de impeachment (juicio político) que está en curso en el Congreso.

El nombramiento, sin embargo, fue temporalmente bloqueado por el Supremo Tribunal Federal (STF), después de que la oposición denunciara que Lula intentaba obtener así inmunidad para evitar ser detenido en el marco de una investigación federal por corrupción vinculada al caso Petrobras.

El jueves asumiré mi cargo como jefe de gabinete si el Supremo Tribunal Federal lo aprueba, de modo que pueda ayudar a la presidenta Dilma“, dijo Lula en un mitin en la ciudad de Fortaleza (noreste).

“Tenemos que garantizar la gobernabilidad a Dilma”, afirmó durante el discurso, citado por el sitio de su Partido de los Trabajadores (PT).

El antiguo mandatario (2003-2010) también tuvo palabras para el vicepresidente, Michel Temer, que esta semana se convirtió en enemigo frontal de Rousseff al orquestar la salida de su formación, el clave Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, centro), de la coalición de gobierno.

En caso de que la mandataria fuera destituida, Temer asumiría la presidencia hasta el fin del mandato en 2018.

“Quiero que él [Temer] aprenda sobre las elecciones. Temer es profesor de Derecho y sabe que lo que están haciendo es un golpe (…) La forma más vergonzosa de llegar al poder es intentar derrumbar un mandato legal“, dijo Lula.

Prestigioso abogado constitucionalista y gran conocedor del Congreso, donde fue jefe de la Cámara de Diputados durante tres periodos, el vicepresidente respondió a Lula en la tarde a través de su asesoría de prensa.

“Justamente por ser profesor de Derecho Constitucional, Michel Temer tiene certeza de que no hay un golpe en curso en Brasil”, afirmó su equipo en una nota enviada a los medios locales.

Haciendo cuentas

La lucha de Lula por ingresar al Gobierno es uno de los muchos ingredientes de la crisis política que paraliza a Brasil, sumergido en su mayor recesión económica de las últimas décadas. Y el fallo del STF tendrá lugar cuando la controversia por el impeachment está en su apogeo.

Rousseff, acusada de maquillar las cuentas públicas, dispondrá el lunes de la última de las diez sesiones consagradas a presentar su defensa frente a la comisión de impeachment del Congreso, antes de que el grupo entre en fase de deliberación y presente sus recomendaciones alrededor del 11 de abril.

El plenario de la Cámara de Diputados votará días después si envía o no el pedido de juicio político al Senado para que esa cámara pronuncie el fallo definitivo.

La presidenta intenta desesperadamente hallar apoyos legislativos suficientes para impedir que los partidarios del impeachment obtengan los dos tercios de los votos que se requieren en la cámara baja para iniciar el juicio.

Pero Rousseff lo tiene cada vez más difícil, sobre todo después de la deserción del PMDB, el partido con la mayor bancada del Congreso y hasta entonces su principal aliado, que desde el martes forma parte de la oposición y se ha convertido en uno de sus enemigos más potentes, con Temer a la cabeza.