La tónica de las rutinas humorísticas en el Festival de Viña del Mar ha estado más que nunca marcada por el ámbito político y, en particular, a los escándalos que han golpeado a altos personeros chilenos.

La presidenta Michelle Bachelet no ha estado exenta de las críticas desprendidas de las rutinas de Edo Caroe y Rodrigo González, siendo apuntada por su liderazgo y por la situación de su hijo, Sebastián Dávalos, a raíz de su participación en el denominado caso Caval.

Desde el Ejecutivo solo se había pronunciado ayer la ministra de Educación, Adriana Delpiano, quien pidió no generalizar las situaciones de las instituciones y destacó que estas críticas se efectúan en un marco de libertad de expresión.

La misma tónica siguió hoy la ministra vocera subrogante, Javiera Blanco, que aprovechó de solicitar respeto cuando se materialicen estas críticas.

Tenemos libertad de expresión, la gente puede manifestarse, pero creo que todos tenemos claro que las manifestaciones siempre se hacen en un marco de respeto“, indicó.

Sin embargo, reconoció que la temática del festival no precisamente concita las preocupaciones del Ejecutivo, ya que el cumplimiento de las tareas encomendadas por la jefa de Estado acaparan la prioridad: “Lo que nos va a tener trabajando 24 horas es el programa de Gobierno por el cual hoy tenemos un compromiso, y ese compromiso tiene que ver con las necesidades sentidas de la gente”.

Asimismo, descartó hacer eco del análisis que han realizado desde distintos sectores políticos donde reconocieron que entregan “material de sobra” a las rutinas humorísticas y que se debe trabajar en mejorar esta mala imagen.