El presidente egipcio, Abdel Fattah al Sisi, reconoció por primera vez el miércoles que la caída de un avión de línea ruso en octubre en el Sinaí, en el que murieron 224 personas, fue resultado de un atentado, tal y como lo había afirmado Moscú.

El brazo egipcio del grupo Estado Islámico (EI) había reivindicado el atentado el mismo día del siniestro, diciendo que colocó una bomba en el aparato, pero hasta ahora Egipto insistía en negar la tesis de un atentado, sin duda por miedo a que el turismo, pilar de su débil economía, se derrumbe.

“¿Qué buscaban los que derribaron este avión? ¿únicamente golpear el turismo? No, lo que buscaban es dañar nuestras relaciones con Rusia“, declaró el mandatario egipcio ante funcionarios gubernamentales en una conferencia sobre desarrollo retransmitida por televisión.

Diez días después del siniestro, el presidente ruso Vladimir Putin anunció que sus investigadores concluyeron que el accidente fue provocado por una bomba y prohibió los vuelos entre Rusia y Egipto.

Asimismo, Reino Unido anuló todos sus vuelos hacia la estación balnearia Sharm el Sheij, de donde despegó el avión lleno de turistas el 31 de octubre de 2015.