Entre un niño considerado como normal y uno con síndrome de Asperger, en términos generales, no hay diferencias físicas o cognitivas. Por lo tanto, ambos van a un mismo colegio y pueden rendir de la misma forma. En lo que sí hay aspectos distintos es en la relación con su entorno, en la comunicación y, muchas veces falta de motricidad.

Y, para visibilizar esta condición los padres se reunieron en el frontis del Hospital Regional de Concepción, con globos y pancartas, en que invitan a reconocer y aceptar las diferencias.

Lucrecia Fuentealba, presidenta de la agrupación “Asperger“, aclaró que ésta no es una enfermedad, sino más bien, una condición de por vida, por lo que con los apoyos necesarios, pueden desenvolverse como cualquiera.

Sin embargo, Fuentealba sostiene que el colegio es un espacio muy difícil, porque muchas veces hay maltrato.

Francisco González, tiene 25 años y a los 10 lo diagnosticaron con Asperger. Logró enfrentar y superar el maltrato de algunos compañeros y egresó de psicología en la Universidad de Concepción.

González hoy es el ejemplo de muchos pares, sosteniendo que “muchas veces tenemos comportamiento que para otras personas pueden resultar no natural, y puede generar rechazo“.

Se estima que un 10% de los niños tiene, en algún grado, síndrome de Asperger. Pero, faltan profesionales, como kinesiólogos y especialistas en trastornos del espectro autista en los establecimientos educacionales.

Francisco está esperando titularse para iniciar encontrar un trabajo como psicólogo. Quiere apoyar a los niños con Asperger, porque se pueden generar herramientas para que los pequeños tengan una mejor integración, aunque -sostiene- eso depende de todo su contexto.