El papa Francisco invitó a los jóvenes mexicanos a “soñar” con una vida fuera del crimen y pidió a los religiosos mantenerse firmes ante las amenazas del narcotráfico, durante su visita este martes a Michoacán, una región del oeste de México que históricamente ha sido bastión de cárteles.

En un masivo encuentro en Morelia, capital de Michoacán, Francisco tomó nota de las experiencias de violencia y falta de oportunidades que le narraron algunos jóvenes.

Al invitarlos a “atreverse a soñar”, el pontífice dijo a 50.000 muchachos congregados en el estadio Morelos que “es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven, es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte”.

Jesús “nunca nos invitaría a ser sicarios”, dijo el religioso, en un país donde el narcotráfico recluta a numerosos jóvenes.

De su lado, los entusiastas asistentes coreaban “¡Francisco, hermano, ya eres michoacano!”.

“El papa nos llama a estudiar, a trabajar, a ser dignos y a no dejarnos arrastrar por las tentaciones materiales y del crimen. Es difícil cuando no hay oportunidades, pero con fe sí que se puede”, dijo a la AFP tras el encuentro Filemón Alonso, un estudiante de 16 años.

Menos optimista, Guadalupe Olivares, una contadora de 43 años, estimó que “quizá el mensaje del papa no llegue a los cárteles”, pero espera que “sí llegue a las autoridades para que se pongan a trabajar”.

Al finalizar el evento, el pontífice de 79 años sufrió un abrupto incidente cuando daba la mano a algunos feligreses y uno de ellos lo jaloneó de su túnica blanca, dejando en el medio a una persona en silla de ruedas.

Visiblemente enojado, Francisco reprendió al feligrés. “¡No seas egoísta!”, le gritó varias veces con el rostro serio, y acarició al discapacitado.

No a la “resignación”

Horas antes, Francisco hizo también una breve visita a la catedral de Morelia -un edificio barroco en cantera rosa- para decir a unos 600 niños que “sigan siendo creativos, buscando la belleza, y nunca se dejen pisotear por nadie”.

También instó a religiosos de México a no resignarse ante las amenazas del narcotráfico, responsable de gran parte de la violencia que golpea al país.

“¿Qué tentación nos puede venir de ambientes, muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas?”, preguntó el papa en una misa ante unos 20.000 religiosos y seminaristas. “Nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio: la resignación”, advirtió.

Por la noche del martes, el papa volvió a Ciudad de México para pasar la noche en la Nunciatura Apostólica, de donde salió brevemente para despedir y bendecir a quienes esperaban verlo pasar.

Este miércoles, pondrá punto final a su visita de cinco días en Ciudad Juárez, fronteriza con Estados Unidos.