Un joven parlamentario conservador, que saltó a la fama recientemente por su intención de tomar un permiso de paternidad, anunció este viernes su dimisión después de engañar a su mujer poco antes del parto.

Una revista japonesa especializada en las exclusivas de este tipo reveló hace algunos días que Kensuke Miyazaki, de 35 años, mantuvo una relación extramatrimonial con una estrella de las “gravia” (fotos en ropa interior), cuando su mujer se disponía a dar a luz a su primer hijo.

El diputado, que ya contaba un poco con la imagen de mujeriego en la prensa sensacionalista, reconoció entre líneas el engaño durante una conferencia de prensa el viernes.

“Tras haber coincidido por primera vez con la persona de la que la prensa habla [Mayu Miyazawa] en enero, recibí un mensaje de ella a través de una red social y comenzamos a hablar”, confesó con un nudo en la garganta y entre una salva de flashes.

Miyazaki se inclinó durante mucho tiempo ante las cámaras, un ejercicio impuesto en Japón para aquellos involucrados en asuntos sucios, voluntaria o involuntariamente.

“Me sentí culpable al ver la cara de mi hijo [nacido poco después] y hablé con mi mujer, a quien le dije que quería continuar mi vida junto a ella”, confió emocionado.

“Es natural que dimita”, reaccionó la oposición, mientras que los miembros de su formación estimaron que se trataba de “un asunto personal que no implicaba a su partido”.

Sus actuaciones tienen un gran impacto mediático, máxime cuando Miyazaki era la comidilla recientemente de los medios de comunicación tras anunciar su intención de tomarse un permiso de paternidad.

Los japoneses se mostraron divididos sobre la ausencia de un político de este nivel por este pretexto y cuando no existe la posibilidad de un suplente.

Pocos japoneses, independientemente de su trabajo, se toman un permiso de paternidad y, en caso de hacerlo, sólo lo hacen durante algunos días.

“Pienso que el permiso de paternidad es algo absolutamente necesario”, insistió Miyazaki, quien dijo desear que otros responsables políticos compartan este punto de vista nada baladí en Japón y, especialmente, en el partido conservador del primer ministro Shinzo Abe.