Crítica de teatro: “Cartagena” debilidades en la playa

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Al menos por tres razones resulta Interesante el tema que la compañía Lugar Común eligió al poner en circulación “Cartagena”, de Rodrigo Díaz, dirección de Mario Cáceres.

Este montaje en tono de comedia gruesa con pinceladas de drama alude a un balneario que hasta la mitad del siglo pasado era el lugar de veraneo exclusivo de los sectores ricos de Santiago.

En segundo lugar, habla de discriminación, clasismo y racismo entre las familias oligárquicas chilenas.

Y tanbién porque siempre es positivo sacar a la luz hechos de la historia no oficial de nuestro país, que –en este caso- involucra a representantes de uno de los grupos económicos más grandes de Chile.

“Cartagena” narra el desprecio y hostigamiento que sufrieron Juan Yarur Lolas (fundador de Textil Yarur y del BCI) y su sobrina Yamile, durante un encuentro social, en 1936, en la casa de veraneo del Ministro de Hacienda del presidente Arturo Alesandri Palma.

Arribismo social

“Por ser turco” -como se le decía a todo árabe que llegaba a Chile en esa época- fueron rechazados y humillados los Yarur. Entre otros desmanes, los “aristócratas” rajan el vestido de la joven que sería presentada en sociedad.

La venganza de los despreciados tiene el mismo perfil elitista: llevan a los trabajadores de la textil Yarur de vacaciones a

Cartagena, para contaminarla con la presencia de gente pobre y arruinar la imagen de playa exclusiva…

Si bien se valora el trabajo que denota este montaje en escenografía, iluminación, sonido, vestuario y ritmo, la puesta en escena decae en el plano actoral, con la excepción de Braulio Martínez, en el rol de Yarur.

Predomina la sobreactuación, lo que debilita la credibilidad de sus personajes y, por tanto, la fuerza de la crítica a la discriminación social que se busca.

También afecta la intención de hacer un paralelo entre la conducta viciosa y arribista de jóvenes y mayores de esa época con las generaciones actuales.

Es posible que una opción clara y que se maneje en el estilo de actuación –realista, farsesca, expresionista o cualquier otra- habría ayudado a construir un trabajo más concentrado y efectivo.

Sala Sidarte. Ernesto Pinto Lagarrigue 131. Fono 22777 1966. Miércoles, jueves y viernes, 20.30 horas. $ 5.000 general; $ 3.000 estudiantes y tercera edad. Hasta el 5 de Febrero.

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Al menos por tres razones resulta Interesante el tema que la compañía Lugar Común eligió al poner en circulación “Cartagena”, de Rodrigo Díaz, dirección de Mario Cáceres.

Este montaje en tono de comedia gruesa con pinceladas de drama alude a un balneario que hasta la mitad del siglo pasado era el lugar de veraneo exclusivo de los sectores ricos de Santiago.

En segundo lugar, habla de discriminación, clasismo y racismo entre las familias oligárquicas chilenas.

Y tanbién porque siempre es positivo sacar a la luz hechos de la historia no oficial de nuestro país, que –en este caso- involucra a representantes de uno de los grupos económicos más grandes de Chile.

“Cartagena” narra el desprecio y hostigamiento que sufrieron Juan Yarur Lolas (fundador de Textil Yarur y del BCI) y su sobrina Yamile, durante un encuentro social, en 1936, en la casa de veraneo del Ministro de Hacienda del presidente Arturo Alesandri Palma.

Arribismo social

“Por ser turco” -como se le decía a todo árabe que llegaba a Chile en esa época- fueron rechazados y humillados los Yarur. Entre otros desmanes, los “aristócratas” rajan el vestido de la joven que sería presentada en sociedad.

La venganza de los despreciados tiene el mismo perfil elitista: llevan a los trabajadores de la textil Yarur de vacaciones a

Cartagena, para contaminarla con la presencia de gente pobre y arruinar la imagen de playa exclusiva…

Si bien se valora el trabajo que denota este montaje en escenografía, iluminación, sonido, vestuario y ritmo, la puesta en escena decae en el plano actoral, con la excepción de Braulio Martínez, en el rol de Yarur.

Predomina la sobreactuación, lo que debilita la credibilidad de sus personajes y, por tanto, la fuerza de la crítica a la discriminación social que se busca.

También afecta la intención de hacer un paralelo entre la conducta viciosa y arribista de jóvenes y mayores de esa época con las generaciones actuales.

Es posible que una opción clara y que se maneje en el estilo de actuación –realista, farsesca, expresionista o cualquier otra- habría ayudado a construir un trabajo más concentrado y efectivo.

Sala Sidarte. Ernesto Pinto Lagarrigue 131. Fono 22777 1966. Miércoles, jueves y viernes, 20.30 horas. $ 5.000 general; $ 3.000 estudiantes y tercera edad. Hasta el 5 de Febrero.