El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, inició una riesgosa reforma del sistema carcelario al prohibir el confinamiento solitario de menores y explorar alternativas a la detención sistemática, un hecho que además de buscar humanizar las cárceles, pone en evidencia el fracaso del sistema.

En un artículo de opinión en la edición de este martes en el diario The Washington Post, Obama afirmó que quiere aprovechar el último año de su mandato para “repensar” la suerte de unos 10.000 reclusos que pasan encerrados 23 horas por día en una celda minúscula.

“¿Cómo podemos someter a presos a innecesarios confinamientos solitarios, conociendo sus efectos, y después esperar que ellos retornen a nuestras comunidades como personas plenas”, escribió el presidente, quien anunció además acciones ejecutivas que prohibirán que los responsables de los correccionales aíslen a presos por “infracciones de bajo nivel”.

En general, estas personas reciben su alimento a través de una pequeña puerta y prácticamente no mantienen contactos con otros seres humanos.

“El aislamiento es profundamente destructivo a nivel mental, y en particular cuando se le impone a niños o jóvenes adultos”, explicó a la AFP John Pfaff, de la facultad de Derecho de Fordham. “La mayoría de los expertos coinciden en que a largo plazo las personas que están en aislamiento sufren un enorme costo psiquiátrico”.

En su columna, Obama mencionó el caso de Kalief Browder, quien en 2010, cuando tenía 16 años, fue acusado de robar una mochila y enviado al tristemente célebre complejo carcelario de Rikers Island en Nueva York a la espera de ser juzgado.

“Según los informes, el soportó una violencia incalificable a manos de otros presos y guardias, y pasó casi dos años en confinamiento solitario”, indicó Obama.

Browder fue liberado en 2013 sin haber sido juzgado, pero tuvo que lidiar con el trauma de haber estado solo durante 23 horas al día. Se suicidó a los 22 años de edad.

La política de aislamiento carcelario “no nos da mayor seguridad”, había afirmado el presidente el año pasado cuando estaba tanteando el terreno antes de lanzar su reforma.

En su artículo, Obama destacó que Estados Unidos es una nación que cree en la “redención” y “la segunda oportunidad”, al tiempo que limitó a 60 días el primer periodo de aislamiento para un delincuente que no es reincidente.

Contexto delicado

Estas medidas conciernen a 10.000 detenidos en cárceles federales, una minoría respecto a la población carcelaria de los estados.

Además de ser muy caro, el sistema carcelario estadounidense es en efecto desproporcionado: con sus 2,2 millones de reclusos, reúne a una cuarta parte de los prisioneros del planeta.

Las celdas están repletas de adictos a las drogas o pacientes psiquiátricos, en las cuales los largos confinamientos a menudo acaban con las últimas chances de rehabilitación. Para estos reclusos, Obama tiene la intención de desarrollar y ofrecer atención que sustituya a la prisión.

El anuncio del mandatario se produjo después de que el Departamento de Justicia completara una revisión del uso del confinamiento solitario en las prisiones federales.

En un contexto electoral marcado por el tema de la seguridad, en el que los candidatos presidenciales republicanos acusan a Obama de “debilidad”, el presidente camina literalmente sobre cáscaras de huevo.

Sus medidas serán, además, contra las ideas profundamente arraigadas en buena parte de la sociedad, convencida de los beneficios del régimen de aislamiento carcelario, practicado durante dos siglos en los Estados Unidos.

De la misma manera, muchos estadounidenses siguen convencidos de que cuanto más delincuentes permanezcan tras las rejas, habrá menos delincuencia.

Esa tesis, que está siendo socavada, fue adoptada en los años 1980 y 1990, con leyes ultra represivas y penas mínimas pesadas.

Casi una cuarta parte de la población carcelaria del planeta está en prisiones estadounidenses, aunque Estados Unidos tiene menos del 5% de la población mundial. Los negros y los hispanos representan el 60% de la población carcelaria en Estados Unidos.

Con estos “cambios radicales” Obama “puso todo el peso” del gobierno “para poner fin a la adicción en nuestras cárceles y al confinamiento solitario y su crueldad”, dijo David Fathi, dirigente de la American Civil Liberties Union (ACLU), la principal organización de derechos civiles del país.

“Hemos perdido demasiado con un castigo que nos daña a todos”, añadió Fathi en un comunicado. Aún así la reforma penal Obama tiene mucho de simbólico.

Las consecuencias directas de su decisión serán casi nulas, pues prácticamente no hay menores en régimen de aislamiento en cárceles federales.

Por ello, la iniciativa tiene como objetivo inspirar a los estados a cambiar sus políticas, ya que sólo un puñado de entre ellos prohíben o restringen el aislamiento de los menores”, concluyó el profesor Pfaff.