Este jueves Maylin González se convirtió en una de las finalistas de la segunda temporada de Masterchef Chile. La aspirante a cocinera, tuvo que recorrer un largo camino para llegar a su meta y convertirse en una de las favoritas del público.

La mujer de 28 años es una reclusa que está cumpliendo una condena de 10 años, aunque con beneficios intrapenitenciarios que le permiten salir de día para trabajar y volver al pena en la noche. Gracias a esto pudo participar en el programa de Canal 13, lo que terminó por transformar su vida.

“Yo nunca había visto Masterchef, no cachaba nada. Como en el réclame decían que era de cocina, pensé que me la podía”, comentó hace algunos días a Revista Ya, donde posó para la portada de esta semana.

Según contó, cuando decidió participar en el espacio le pidió ayuda al psicólogo del lugar para inscribirse. Sin embargo, tras ser seleccionada, la parte más dura fue tener que reconocer en televisión que se encontraba tras las rejas, algo que su hijo de 7 años no sabía -el niño pensaba que su mamá tenía que trabajar en las noches-.

“Él lloró mucho con el primer capítulo del programa. Nosotros no queríamos que lo viera. Al otro día no fue a la escuela porque tenía pena. Después yo lo llamé y le expliqué todo, pero él me dijo que sabía que yo estaba presa”, reconoció Maylin, quién aún tiene que cumplir otros tres años de condena.

Pero a pesar de ese trago amargo, el niño pudo salir adelante y hoy se siente orgulloso de su mamá y participación en la producción de cocina. “Èl ve la tele y se emociona. Siempre dice que quiere que su mamá vuelva, quiere estar con ella para que le haga fideos con salsa. A Maylin le ha tocado duro”, señaló la abuela del menor, Marcela Ossandón.

El confuso incidente que la dejó tras las rejas

Fue en entrevista al diario Las Últimas Noticias hace algunos meses, donde González detalló lo que pasó. “Un día martes le dije a mi mamá que me diera permiso para salir. No salía hace harto tiempo. Ella no quería, pero le dije que iba a llegar a las 11 de la noche”, afirmó, aunque la fiesta se extendió mucho más allá de lo que prometió.

“A las 6 de la mañana le dije a las personas con las que estaba (dos hombres y una mujer), que me iba”, pero antes de eso, decidió ir a comprar dos cervezas a una residencial, determinación que le marcó su destino.

“Cuando salí a la calle vi a la mujer apuñalando a un caballero, y a otro hombre tratando de quitarle la mochila. Traté de separarlos, pero el caballero empezó a gritar y salí corriendo”, relató.

Según afirmó, tras ello se asustó y fue a su casa, pero allí ya la esperaban Carabineros junto a las tres personas con las que había salido.

“Les dije que yo no había hecho nada. En la formalización me echaron la culpa a mí. Para la sentencia pensé que me iban a dar tres años, cuando me dijeron que eran 10, me quería morir”, aseguró.

A pesar de lo anterior, la joven ha logrado salir adelante con buena conducta y ser madre de su niño que hoy se cría con sus familiares en Vallenar.