Ha muerto uno de esos ARTISTAS, con mayúscula, que logran ver en profundidad, e incluso anticipar, su mundo, su patria, con una mirada universal que nos permite a muchos vernos en ella. Muchas de sus películas son como grandes espejos que nos reflejan de manera distinta, nueva, interpelándonos y humanizándonos.

Scola fue, en gran medida, un artesano y un “comprometido” políticamente (militante era una palabra que no le gustaba, porque como nunca perdió su independencia, su profundo espíritu crítico y creador) siempre preocupado de la gente de la calle, de la periferia. La gente sencilla del pueblo, gente en la que buscaba, más allá de sus defectos que no ocultaba, lo bueno, la esperanza, la humanidad. Y es que Ettore Scola fue una buena persona, alguien querido. Un comunista que siempre creyó más en su gente que en el partido.

“El pesimismo es mucho más progresista que el optimismo, encierra más fe en el futuro. El optimismo es cosa de beatos”, afirmó Scola. Y eso se refleja en la obra del último “clásico” del cine italiano (Sólo quedan vivos los hermanos Taviani, pero la obra de ellos no se compara con la profundidad de la de Scola).

Nos habíamos amado tanto, detalle del afiche.

Nos habíamos amado tanto, detalle del afiche.

Entre las más destacadas, “Nos habíamos amado tanto” (1974), una historia de profunda nostalgia sobre el amor pasado, “Un día muy particular” (1977) en la que un hombre (Marcello Mastroianni) pasa un día con una dueña de casa (Sofía Loren) mientras todos en el edificio en que viven han ido a recibir a Hitler que visita Roma, o “Feos, sucios y malos” (1976), una comedia negra –muy italiana- sobre un grupo de seres muy marginales y pobres de Roma (con una conmovedora escena de amor en una colina, bajo un gran letrero de publicidad, mirando la ciudad).

La noche de Varennes, detalle del afiche.

La noche de Varennes, detalle del afiche.

También podemos agregar los cortos que hizo para “Los nuevos monstruos” (1977), -continuadora de “Los monstruos” de 1963, en la que Scola fue uno de sus guionistas, y predecesora de la argentina “Relatos Salvajes”-, en la que presenta un delirante funeral, entre otros. O “La noche de Varennes” (1982), donde mezcla la Revolución Francesa con Casanova, con una brillante interpretación de Mastroianni de un conquistador decadente. “Competencia desleal” (2001) es un relato simple y humano sobre las formas en que los humanos reaccionamos ante el miedo (es la disputa entre un comerciante italiano y uno judío en plena ocupación nazi).

Pero la lista es larga y siempre será injusta con este creador. Para los interesados (de Santiago), indicar que su último trabajo (“Qué extraño llamarse Federico”, 2013, dcocumental sobre Fellini) está a la venta en un local que vende películas y música ubicado Merced, a la altura del 300, entre el Bombón Oriental y Les Assasins.