Cuando en noviembre el joyero ginebrino Ronny Totah vio en un catálogo de subastas un zafiro de Cachemira que le había pertenecido le hirvió la sangre.

Estaba convencido, y lo sigue estando, de que este zafiro, fotografiado en el catálogo de la casa de subastas Phillips, es una piedra preciosa robada hace más de 20 años en un gran hotel de Milán (Italia) y que fue propiedad de su joyería.

“Vi el certificado y me dije, es él, es él”, declaró a la AFP.

Todo comenzó en 1996, cuando los joyeros Horowitz&Totah (H&T) sacaron a subasta un brazalete Cartier adornado con un zafiro de Cachemira de 65,16 quilates, estimado en 12 millones de dólares.

El 14 de noviembre de 1996, la casa de subastas Antiquorum, encargada de la venta prevista en Ginebra, presentó sus piezas más bellas en Milán. Según el diario suizo Le Temps, unas 50 personas estaban en la sala de exposiciones cuando de repente el brazalete desapareció.

Los joyeros H&T recibieron de la compañía de seguros un cheque de 1,8 millones de dólares en concepto de indemnización, o sea la cantidad por la que esperaban venderlo.

Hasta noviembre de 2015, Totah no oyó hablar de este zafiro, que ha dejado de pertenecerle tras el pago de la aseguradora.

El joyero no ha visto la piedra que se preveía vender en Estados Unidos pero estudió con atención su certificado.

Partiendo de la base de que “no hay ninguna piedra con este origen, peso ni tamaño, es muy probable que se trate del zafiro robado”, dijo.

La piedra es un poco más pequeña que la robada pero, según el joyero, no es llamativo que los ladrones tallen las gemas antes de venderlas.

El joyero ginebrino contactó con Phillips para expresarle sus dudas y avisó a su compañía de seguros, actualmente propietaria de la piedra.

Al llamar a Phillips la compañía se enteró de que el zafiro había sido retirado de la venta y devuelto a su propietario en Nueva York.

Enfadada por esta desaparición, la compañía de seguros contrató al abogado neoyorquino Owen Carragher para que le ayudara a encontrar la piedra preciosa.

Demanda en Nueva York

El abogado interpuso una demanda en Nueva York y descubrió que fue la compañía Auction House 43 la que puso el zafiro en venta en Phillips.

La empresa pertenece a Boris Aronov, al frente de varias sociedades, entre ellas Modern Pawn Broker.

La demanda afirma que Modern Pawn Broker recibió el zafiro y otras joyas de un hombre llamado Rafael Koblence en 2011, a cambio de un préstamo de 3,75 millones de dólares.

Koblence, que según el diario Le Temps era socio de Aronov, no pagó el préstamo, concedido a un tipo de interés anual del 60%. Entonces Modern Pawn Broker decidió subastar el zafiro.

Un mandato judicial, recibido por el abogado Carragher, insta a Modern Pawn Broker a entregarle el zafiro para examinarlo e impide el traslado o venta de la piedra.

Modern Pawn Broker
dispone hasta el 29 de enero para recurrir esta decisión judicial.