Ovalada, de sabor agridulce y en variedades blanca, roja, amarilla y verde, la grosella es el fruto de un arbusto espinoso que crece desde la Región de Los Ríos al sur de Chile. Estas bayas rara vez son lo suficientemente dulces para consumirlas crudas, razón por la cual se usan para la elaboración de mermeladas, jugos, conservas caseras y licores fermentados (chicha).

Según la publicación Flora Agropecuaria de Aysén, del ingeniero agrónomo Fernán Silva Labbé, sus hojas dentadas en forma de corazón contienen compuestos cianogenéticos que, en bajas cantidades, estimulan la respiración, mejoran la digestión y se emplean para el tratamiento del cáncer. También se usan para hacer infusiones que alivian los síntomas de la gota y el reuma; compresas, en caso de heridas que tardan en cicatrizar, y gárgaras, para las infecciones bucales.

En Cerro Galera, 40 kilómetros al sureste de Coyhaique, Carlos Sáez Oñate y su esposa Felicinda Roa Sánchez comenzaron la preparación de una particular bebida espumante de grosella tras su establecimiento a orillas del río Huemules, en 1923. La receta se volvió una tradición y una herencia, hoy en manos de una de sus hijas, Palmenia Sáez Roa.

La familia formó recientemente la Cooperativa Patagónica de Agroturismo Saltos del Huemules, que preside Franco Uribe Mansilla, y uno de sus primeros proyectos es la creación del primer espumante de grosella de la Patagonia, con apoyo del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del gobierno regional de Aysén, la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), INDAP y las empresas regionales Ruibarbo Restaurant y Hotelera Patagonia Limitada.

“Se trata de un producto que tiene un gran valor, ya que nace de varios tipos de rescates: del rescate de la tradición y también del rescate del fruto. Nosotros estamos rescatando las matas de grosellas que estaban en las antiguas taperas de los primeros pobladores que llegaron a esta región y creemos que la gente lo va a recibir de muy buena manera”, destacó Franco Uribe.

Según el director de FIA, Héctor Echeverría, este proyecto posee una serie de cualidades que justifican el apoyo y acompañamiento técnico brindado por su institución: “En primer lugar, es una iniciativa presentada por una cooperativa de pequeños productores, lo cual implica un impacto social que para nosotros resulta muy relevante. Luego, rescata una

especie frutal introducida hace casi un siglo a la región, otorgándole un carácter patrimonial y territorial incuestionable. Y, finalmente, es un proyecto que agrega valor, generando un producto que ya cuenta con el interés comercial de importantes hoteles y restaurantes de la región, lo cual garantiza su futura inserción comercial”.

“Éste es un proyecto emblemático de la Agricultura Familiar Campesina en la Patagonia. La producción de esta bebida abre una nueva posibilidad de valoración de la cultura local y atraerá turistas interesados en las tradiciones de nuestro mundo rural”, dijo el director de INDAP Aysén, Marcelo Hernández.

La iniciativa comenzó en septiembre pasado con una inversión de 105 millones de pesos, 55 aportados por FIA, 6 del Programa de Desarrollo de Inversiones de INDAP y la diferencia por la Cooperativa. El método utilizado será el champenoise, que considera lavado, prensado, cocción y maceración de los frutos, estanques para fermentación del mosto y sistema de lavado, llenado y sellado de botellas, las que serán comercializadas a partir de 2018 entre turistas que visiten Saltos del Huemules, los restaurantes y lodges de la región y quienes lo demanden en el resto del país.