Por sexto año consecutivo regresó al Teatro Nescafé de las Artes la Mejor Ópera del Mundo, con la Temporada 2015/2016 de transmisiones en directo, vía satélite, desde el Metropolitan Opera House de Nueva York. Esta vez le correspondió al quinto título de la programación, con la bella obra en tres actos “Los Pescadores de Perlas” (“Les Pecheurs de Perls”), de George Bizet con libreto de Eugen Cormon y Michel Carré, sobre la lujuria y el deseo en el Lejano Oriente, la cual vuelve al Met por primera vez en casi 100 años.

Fue estrenada el 30 de septiembre de 1863 en el Théâtre-Lyrique du Châtelet, de París y se dieron 18 representaciones, “número respetable para una obra de début”. En conjunto, no fue bien recibida en su momento, pero con el tiempo, sin embargo, “Los pescadores de perlas” ha conocido una plena rehabilitación y hoy se encuentra en el repertorio, interpretada incluso en Italia en idioma francés.Además que hoy es considerada la primera obra maestra de Bizet, que en la época aún no había cumplido los 25 años. La ópera, de ambientación exótica, fue un encargo de Léon Carvalho, el director del Théâtre Lyrique de París.

Esta ópera se ubica en la isla de Ceilán en tiempos bárbaros. (Ceilán es una isla al suroeste de la India llamada actualmente Sri Lanka desde 1972). Fue estrenada el 30 de agosto de 1863 en el Teatro Lírico de París.

El argumento se desarrolla en torno a la historia de Nadir, pescador de perlas, y Zurga, jefe de los pescadores de perlas, de jóvenes se comprometen, por amistad, a renunciar al amor que ambos sienten por la misma mujer, Leila. Esta mujer, años después, es consagrada sacerdotisa, pero cuando vuelve a ver a Nadir decide unirse a él ante el enojo de Zurga, pero la amistad entre los dos hombres triunfa y Zurga salva a los dos amantes de la muerte a costa de su propia perdición.

La exquisita soprano alemana de coloratura Diana Damrau interpreta a Leila, la hermosa sacerdotisa hindú pretendida por los buscadores de perlas rivales que compiten por su mano. Sus pretendientes son el tenor estadounidense Matthew Polenzani, en el rol del joven Nadir y el barítono polaco Mariusz Kwiecien, quien encarna a Zurga, el jefe de los pescadores. Ambos cantan el famoso dueto “Au fond du temple saint” y Polenzani brilla a continuación con la notable aria “Je crois entendre”, antes prestigiada por tenbores de la jerarquía de figuras como Enrico Caruso y Plácido Domingo.

Aunque su fama no es la de “Carmen”, es su ópera de más éxito para el autor después de ella. Se ha convertido en una ópera popular gracias a su orquestación colorista y exótica, y por su gran dúo de amistad, “Au fond du temple saint”, uno de los más famosos en toda la ópera, y el aria “Je crois entendre encore”, que en su traducción al italiano (“Mi par d’udire ancor”) se convirtió en caballo de batalla de los más grandes tenores lírico-ligeros desde Tito Schipa a Beniamino Gigli.

En conjunto, no fue bien recibida en su momento, pero con el tiempo, sin embargo, “Los pescadores de perlas” ha conocido una plena rehabilitación y hoy se encuentra en el repertorio, interpretada incluso en Italia en idioma francés. Incluso, es hoy considerada la primera obra maestra de Bizet, que en la época aún no había cumplido los 25 años. La ópera, de ambientación exótica, fue un encargo de Leon Carvalho, el director del Théâtre Lyrique de París.

La ópera parte con un coro al que se incorpora una danza (“Sur la grève en feu”), y la presencia de Zurga (“Amis, interrompez vos danses et vos jeux!”), quien anuncia la llegada de Nadir, y este se presenta con el aria “Des savanes et des forêts”. En este acto inicial aparece el tema principal, el célebre duo de Nadir y Zurga (“Au fond du temple saint”), considerado como el momento más poético de la ópera y tema que es un “leif motiv”, el cual se repite cada vez que surge el asunto de la amistad entre los dos hombres.

La culminación de este acto es la popularísima aria de Nadir (“Je crois entendre encore”) escrita a ritmo de barcarola.

En el segundo acto, a una introducción orquestal igualmente breve le sigue un coro fuera de escena (“L’ombre descend des cieux”), y en el cual Leila se queda sola para cantar, con su dulce voz, la hermosa cavatina (“Me voilà seule dans la nuit… Comme autrefois”), en que luego interviene Nadir con el tema “De mon amie”, y le sigue el estupendo dúo de amor (“Dieu puissant, le voilà!”), donde se mezclan los sentimientos de los dos jóvenes con la imposibilidad de su realización.

El final, llega tras un tercer acto dividido en dos breves escenas, comienza con la entrada de Zurga con el aria “L’orage est calmé… O Nadir, tendre ami de mon jeune âge!” y el dúo con Leila (“Je frémis”), a quien muchos consideran relacionado con un pasaje de “El Trovador” de Verdi y la culminación conn las voces de los enamorados. (“O lumière sainte”), con la repetición, por última vez, del tema de la amistad del dúo del primer acto.