El secretario general de la Cámara de Diputados, Miguel Landeros, ordenó un sumario para castigar a los responsables de haber filtrado a la prensa, el informe de auditoría que develó el estupendo sistema de adelantos de sueldo a los parlamentarios, pagaderos en muchas cuotas, sin intereses y sin reajustes, privilegio sólo de diputados y senadores porque para el resto de la administración pública este mecanismo está estrictamente prohibido por la Contraloría General de la República.

Perseguir la filtración es una estrategia del vitalicio secretario de la Cámara, porque si de perseguir responsabilidades se trata, las investigaciones deberían apuntar a la discrecionalidad con que el propio Landeros decidía las condiciones a través de la cual los parlamentarios accedían a los adelantos de la dieta y que según la auditoría de Ossandón y Ossandón, llevó a generar registros contables “erróneos y poco transparentes”.

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