Hace pocos días, la opinión pública fue remecida por el informe de una auditoria que establecía que en la Cámara de Diputados se ofrecían millonarios préstamos a diversos parlamentarios, sin ningún tipo de interés, en cómodas cuotas y con fondos públicos que salen directamente del bolsillo de las familias chilenas. Como era de esperarse, la indignación de la ciudadanía se expandió rápidamente a través de las redes sociales, al saber que una de las instituciones más desprestigiadas de nuestro país, podía acceder a este tipo de privilegios.

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