La crisis entre Arabia Saudita e Irán, dos de los principales protagonistas del conflicto sirio, amenaza la continuación del muy frágil proceso iniciado laboriosamente por la comunidad internacional para tratar de encontrar una solución política a esta guerra.

“El conflicto arabo-iraní tendrá sin duda un impacto negativo” en el proceso, lamentó el lunes Samir Nashar, miembro de la oposición siria en el exilio. Las conversaciones entre representantes del régimen y de la oposición siria, bajo el auspicio de la ONU previstas a finales de enero en Ginebra, eran ya de por sí hipotéticas.

“Se anunciaban ya difíciles, casi imposibles, y el conflicto entre Arabia Saudita e Irán endurecerá las posiciones”, agregó este responsable de la Coalición Nacional Siria, en declaraciones a la AFP.

La crisis entre la monarquía sunita y la República islamica chiita estalló este fin de semana, tras la ejecución en Arabia Saudita de Nimr el Nimr, un clérigo chiita, crítico del régimen saudita.

Su ajusticiamiento levantó la indignación de la comunidad chiita y en Irán la embajada saudita fue atacada por manifestantes. En respuesta, Riad anunció la ruptura de sus relaciones diplomáticas con Teherán. El reino de Baréin, fiel aliado de su vecino saudita, y Sudán, rompieron también relaciones con Irán.

Esta escalada es la culminación de una crisis entre los dos grandes rivales persa y árabe, que compiten por el liderazgo regional desde hace años, interviniendo en guerras, como la de Irak, Líbano, Yemen -donde Riad está directamente involucrado militarmente contra los rebeldes chiitas hutíes apoyados por Teherán-, y por supuesto en Siria.

En ese país, Teherán apoya al régimen de Bashar al Asad y ha desplegado miles de “consejeros militares” en el terreno, mientras que Riad prometió la caída del presidente sirio y apoya financiera y militarmente a grupos rebeldes, principalmente salafistas.

Crisis enmarañada

En esta crisis ya de por si enmarañada, tanto por el número de actores involucrados como por los diferentes intereses de cada uno, “la rivalidad irano-saudita ha sido uno de los elementos motores desde el principio”, y su intensificación puede afectar los esfuerzos de búsqueda de una solución política, estima Yezid Sayigh, del centro de reflexión Carnegie Middle East Center.

La crisis entre Riad y Teherán “borra algunos de los progresos realizados durante las últimas semanas para lograr que Arabia Saudita, Irán y sus socios mantengan conversaciones directas”, estima por su parte el centro neoyorquino de reflexión Soufan Group.

Todos los actores implicados en el conflicto sirio -apoyos árabes y occidentales de la oposición de un lado, aliados rusos e iraníes de Damasco por el otro- se sentaron por primera vez en una misma mesa de negociaciones durante las dos reuniones internacionales en Viena de octubre y noviembre del año pasado.

En ambas citas, los diplomáticos occidentales pudieron constatar cuan profunda es la desconfianza entre sauditas e iraníes. Evocan por ejemplo una discusión feroz entre el jefe de la diplomacia iraní Mohamad Javad Zarif y su homólogo saudita Adel al Jubeir sobre la definición del término “terroristas”. “¡Pero por lo menos se hablan!”, decía optimista una de estas fuentes. Pero esto fue antes de la ruptura de las relaciones diplomáticas.

Las negociaciones en Viena desembocaron, por primera vez en casi cinco años de un conflicto que ha dejado más de 250.000 muertos, en la redacción de una hoja de ruta internacional para Siria, adoptada por unanimidad por el Consejo de Seguridad de la ONU el 19 de diciembre.

Esta hoja de ruta prevé negociaciones intersirias en enero, un gobierno de transición en los próximos seis meses y elecciones en 18 meses.

“Habíamos hecho progresos con este regreso a la mesa (de negociaciones) de todos los protagonistas, y la resolución de la ONU marcaba el compromiso de la comunidad internacional. Es capital que se mantengan las negociaciones, pero ahora el proceso se ha fragilizado”, estimaba preocupada una fuente cercana al dosier.

Para el investigador Karim Bitar, que trabaja en París, “esta escalada complicará aún más cualquier perspectiva de avance en Siria, dos semanas después de la muerte de Zahran Allush”, un poderoso jefe rebelde apoyado por Riad, que había aceptado el principio de negociaciones intersirias, muerto en un bombardeo reivindicado por el régimen sirio.

Tanto Washington, como París, Roma y Berlín han instado a Irán y Arabia Saudita a la calma.

“No hay duda de que las crisis (en Siria y Yemen), así como otras, sólo pueden ser resueltas si Arabia Saudita, potencia sunita, e Irán, chiita, están dispuestas a dar un paso la una hacia la otra”, dijo Berlín el martes.