2015 se corona como un año de gigantescos incendios forestales, derramamientos de petróleo, el misterio de las ballenas muertas, aumento en el agujero de la capa de ozono y un sobre giro del uso de los recursos naturales del país. Problemas que dejan a la luz la necesidad urgente de una regulación medioambiental más completa y la importancia de la toma de conciencia de cada uno de los habitantes de esta larga faja de tierra.

Bosques milenarios convertidos en cenizas

El 14 de marzo comenzaba el incendio forestal más siniestro del año: 6.599 hectáreas de bosques nativos se consumían en la Reserva China Muerta perteneciente a la Región de la Araucanía. Es decir, casi el 50% del parque fue devorado por las llamas, arrasando con miles de añosas araucarias de lento crecimiento (que pueden sobrepasar incluso los mil años de vida), coigües, lengas y pequeños animales como roedores, reptiles, anfibios y monitos del monte. Cabe recordar que las araucarias pertenecen a una especie de pino autóctono y son una de las nueve reservas chilenas de la biósfera en la lista de preservación de la ONU.

Los expertos en ecología han calculado que el área tardará en recuperarse entre 200 a 300 largos años, una pérdida provocada por la mano del ser humano, como fue determinado después de las investigaciones que se llevaron a cabo y que descartaron causas naturales. El incendio también afectó 62 hectáreas del parque Nacional Conguillío, la Reserva Nacional Malleco y Vilacura.

Agencia UNO

Agencia UNO

Alfredo Seguel, de la Red por la Defensa de los Territorios, indicó a la agencia de noticias AFP que “hubo una desatención de las autoridades públicas. Esto se pudo haber resuelto a tiempo pero se desatendió, en un país donde la principal prioridad es atacar los incendios de las plantaciones forestales (de empresas privadas) y no custodiar los bosques nativos” (ver noticia acá).

Para Rodrigo Pérez, abogado del área de litigios de la ONG Fiscalía del Medio Ambiente (FIMA) el caso de China Muerta dejó en evidencia la precariedad de los sistemas de emergencia y de respuesta ante incendios forestales; y la falta de una institucionalidad de Biodiversidad en Chile que proteja las especies de la flora y fauna nativas.

Más que una mancha en el mar

El 13 de agosto se producía un nuevo derrame de petróleo en la bahía de Quintero, cayendo al mar alrededor de 500 litros de combustible IFO 380 desde el buque Doña Carmela. La nave contaba con un solo casco, a pesar que desde 1990 la norma internacional exige el doble casco e incluso prohíbe la operación de este tipo de embarcaciones.

El plan de acción de la Autoridad Marítima fue desplegar barreras de contención y recuperar el hidrocarburo derramado con paños absorbentes.

Esto sucedió a menos de un año de un mayor incidente cuando, en septiembre de 2014, el buque Mimosa, de la empresa griega Empire Navigation, en una maniobra de trasvase de combustible hacia los estanques de ENAP refinería Aconcagua derramara la suma de 38 mil 700 litros de combustible fósil.

Tras dicho accidente, ENAP tuvo que pagar 450 millones de pesos por no respetar los protocolos en maniobras de descarga y no contar con medidas de seguridad estrictas para evitar riesgos de contaminación. Sin embargo, el caso aún no ha sido cerrado y este pasado 22 de diciembre la Corte de Apelaciones de Valparaíso resolvió acoger el incidente de nulidad presentado por el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) dejando sin efecto el sobreseimiento de la causa del derrame de petróleo, con lo cual se reabre la investigación.

Oceana (c)

Oceana (c)

Pagos o no pagos, cuando se producen desastres medioambientales los daños son muchas veces irreversibles. Para ilustrar, Ricardo Aguilar, director de investigación de Oceana Europa –organismo que vela por la protección y recuperación de los océanos- en una entrevista con el medio británico BBC Mundo explicó que hay tres niveles en la contaminación por derrame de crudo: primero y lo más inmediato es que se forma una película que impide la entrada de la luz en el agua, con esto las especies que necesitan luz para hacer fotosíntesis –como las algas- pueden morir. Segundo, ocurre una contaminación aguda causada por la extrema toxicidad del crudo provocando la muerte de muchos organismos. Y tercero y más a largo plazo, el derrame produce daños en el sistema reproductivo y de alimentación de todos los organismos del ecosistema marino.

En cuanto a los tiempos de recuperación, Aguilar aseguró a BBC Mundo que cuando el vertido no es de proporciones gigantescas, el ecosistema puede recuperarse en 10 ó 20 años. Pero si el crudo ha penetrado los fondos marinos o el derrame sucede en zonas costeras la recuperación puede tardar incluso un siglo.

El misterio de más de 300 cadáveres en la playa

El 17 de noviembre un grupo de científicos denunció un espantoso hallazgo en las costas de la Región de Aysén y Magallanes: la varazón de 337 ballenas sei (balaenoptera borealis). Tragedia que habría sido constatada en un vuelo financiado por la revista estadounidense National Geographic en junio de este año. El medio supuestamente habría exigido confidencialidad en la información para tener exclusividad de publicación, según declaraciones de uno de los científicos chilenos involucrados.

Los biólogos aún no han podido descifrar la causa de muerte de los cetáceos, pero una de las hipótesis que se barajan es que hayan consumido un alga tóxica acarreada por la marea roja. Además, una de las cosas que llama la atención a los científicos es el alto número de ejemplares varados, ya que la ballena sei no anda en grupos de más de cinco.

Lo único que ha sido descartado es que los cetáceos hayan sufrido un ataque humano directo. El informe de Sernapesca estableció que no se encontraron heridas asociadas a elementos mecánicos como hélices y arpones, ni tampoco lesiones en el oído interior por ondas de sonar.

Recursos a crédito

En noviembre, WWF indicó que Chile había consumido los recursos del 2015 antes de acabar el año, teniendo que utilizar la herencia de las próximas generaciones.

Este cálculo fue realizado por la Red Global de la Huella Ecológica, que mide el consumo de recursos naturales y la capacidad de la Tierra para regenerarlos en forma renovable y absorber los desechos producidos por el ser humano, estimando el momento en el que se acaba lo que se debería gastar en un año. Ese día se denomina “el día del exceso de la Tierra”.

Archivo | Alejandra Ramírez

Archivo | Alejandra Ramírez

Es la primera vez que Chile sobrepasa sus límites ecológicos y según las mediciones son necesarios 1.1 Chiles para sostener el consumo y la demanda actual.

Este hecho revelaría un sistema económico que no es del todo compatible con el resguardo del medio ambiente. Para Rodrigo Pérez, abogado de FIMA, la protección que el Estado le otorga a la actividad económica, no es equitativa con la que se le da al medio ambiente.  “Por ejemplo, el lobby de las grandes mineras para desproteger los glaciares es intenso, ya que su resguardo entorpece la vía libre a la explotación indiscriminada de recursos mineros. Detrás de la deforestación hay importantes grupos económicos que aún no internalizan los costos de sus impactos en el medio ambiente, como el caso de las papeleras en la Octava y Novena Región.  Y nadie quiere tomar decisiones para enfrentar el cambio climático, porque posiblemente significaría sacar el pie del acelerador del crecimiento económico”, explica Pérez. 

Un agujero del tamaño de África

Y como broche de oro para cerrar el 2015, Ernesto Gramsch, director de la Red de Medición Ultravioleta de la Corporación Nacional del Cáncer (Conac), el pasado 17 de diciembre, dio a conocer un informe donde se establece un gran crecimiento del agujero de la capa de ozono. El investigador señaló que en el 2015 el orificio cambió su tendencia a disminuir, registrando un importante crecimiento y llegando hasta Puerto Montt. Debido a la propensión a encogerse, los especialistas estimaban que para el 2050 la capa de ozono estaría totalmente recuperada.

Sin embargo, las bajas temperaturas en la estratósfera en el polo sur fueron mucho menores que en los años anteriores, lo que influyó en el tamaño del agujero que alcanzó los 28 millones de kilómetros cuadrados: similar a la superficie que tiene el continente africano.

Agujero capa de ozono | Conac

Agujero capa de ozono | Conac

Se trata del cuarto orificio más grande de los últimos 35 años y con la mayor radiación UV de los últimos 8. La peligrosidad se mantendrá durante todo enero, por lo cual es recomendable evitar los rayos del sol cuando éste se encuentra en el punto más alto (generalmente a medio día), utilizar bloqueador solar, quitasoles y sombreros para protegerse y así evadir el temido cáncer de piel.

Recordemos que el agujero en la capa de ozono es consecuencia de la acción humana, por el uso y abuso de clorofluorocarbono (CFC) que es una sustancia química producida por el hombre y que se encuentra en los refrigerantes, aerosoles y solventes. En la actualidad, se ha logrado disminuir el uso de CFC en los aerosoles reemplazándolo por gas licuado que actúa de propulsor.

Un paso adelante y los desafíos de 2016

Uno de los avances más notables de 2015 en materia medioambiental fueron los acuerdos a los que se llegó en la conferencia sobre el cambio climático COP21 este pasado diciembre en París.

Se trata del primer tratado en el que los países se comprometen a hacer una transición hacia una economía baja en carbono. El objetivo es lograr que el aumento de las temperaturas, debido al calentamiento global, se mantenga muy por debajo de los dos grados centígrados y para esto los países se comprometieron a fijar objetivos nacionales cada cinco años y así reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

“COP21 es realmente un punto de quiebre para todos nosotros. A partir de ahora tenemos verdaderas bases ecológicas para salvar nuestro planeta” indicó Laurent Fabius, ministro del Exterior de Francia según BBC Mundo.

Como resume BBC Mundo, los puntos más importantes del acuerdo son cuatro:

1. El aumento de la temperatura global debe estar muy por debajo de los dos grados centígrados.
2. El acuerdo es jurídicamente vinculante para los países firmantes.
3. Se crearán fondos cercanos a los US$100.000 millones para ayudar a los países en desarrollo en la tarea de reducir emisiones, a partir de 2020.
4. Se revisará cada cinco años.

“Estamos destruyendo la vida en la Tierra para procurarnos un par de comodidades en lugar de mirar sus consecuencias.  Afortunadamente la COP21 es un paso que da un gigante atrapado en el barro, pero Chile tiene una bandeja de entrada muy grande en materia ambiental como para hacerse cargo por lo pronto.  Es de esperar que la presión internacional empuje un poco la agenda ambiental en Chile”, explica Rodrigo Pérez abogado de FIMA. 

En cuanto a los desafíos que quedan por delante, el abogado ambientalista afirma que por una parte está suplir las falencias que hoy en día existen en la normativa chilena y que impiden la protección de recursos: “Hasta ahora se ha confiado en instrumentos de gestión como el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental que sólo constituye una vía para la obtención de permisos para ejecutar proyectos, pero no existe garantía de que los impactos no se producirán.  Para buena parte de las empresas es más barato pagar una multa y para el Estado es más rentable no proteger recursos naturales que tienen un valor económico presente o eventual.  Es un buen negocio, lamentablemente celebrado a espaldas de la realidad”.

Pérez indica que otras cuatro áreas con las cuales hay un desafío pendiente es el resguardo de los glaciares a través de la ley, el manejo de las áreas protegidas creando un servicio de biodiversidad, la adaptación al cambio climático cumpliendo con los acuerdos del COP21 y la promulgación de una ley de reciclaje por ser una iniciativa política que lleva mucho tiempo sin avances. 

A pesar de que las catástrofes ocurridas el 2015 se volverán hechos lejanos y perdidos en la memoria, sus consecuencias perdurarán por mucho tiempo más. No hay que olvidar que como toda forma de vida, el ser humano es también parte del ecosistema y lo necesita para mantenerse vivo. No caigamos en el error de que la invisibilidad momentánea de problemas como el cambio climático nos haga pensar que no existen complicaciones. Cuando veamos las consecuencias concretas probablemente será demasiado tarde.

“El error consistió en creer que la Tierra era nuestra cuando la verdad de las cosas es que nosotros somos de la Tierra” (Nicanor Parra).