Como la “crónica de un crimen no cometido” se subtitula “Padre Pedro”, del dramaturgo argentino José Ignacio Serralunga. Claro, porque la agresividad latente y expresa -con un arma de fuego por medio-, algo se diluye cuando el diálogo incesante ayuda a entender la condición humana.

Un montaje que hace estallar convenciones anticuadas y delata los cimientos falsos de la ética que rige las actuales relaciones personales e institucionales.

Con la dirección de Andrés Peña, la agrupación La Buena Compañía narra una historia cotidiana que el autor sitúa en un pueblo rural, donde los conflictos tienen un impacto mayor por la cercanía entre la gente.

Un sacerdote mantiene una relación amorosa con la esposa del monaguillo de la parroquia, escándalo que irrumpe cuando la mujer queda embarazada… sin saber que el marido es infértil.

Andrés Peña

Andrés Peña

El abrutado monaguillo acorrala al presbítero en la sacristía. A partir de allí, la obra juega sus cartas en los vaivenes del duelo ideológico y ético que se desencadena.

Y lo hace a través de un diálogo muy activo que tiene constantes clímax y desenlaces parciales, lo que mantiene al espectador apoyando a uno y otro personaje.

Porque el objetivo de Serralunga no es tomar partido respecto del anticuado esquema de buenos y malos. Se concentra en mostrar las contradicciones vitales del sacerdote y su hombre de confianza, y lo que se esconde bajo el ropaje eclesiástico.

Dependencia y vulnerabilidad

Una pared de diseño irregular, nada realista, es la escenografía mínima que utiliza Buena Compañía para relatar la historia. Un par de muebles corrientes completan el pequeño espacio donde se mueven sus personajes.

La santurrona imagen que aporta la vestimenta eclesial que ambos utilizan va cambiando luego de perderse la formalidad y surgir los gritos en la dura discusión que deja al descubierto a dos simples hombres.

Entonces, se advierte el grado de dependencia afectiva y la vulnerabilidad y conmoción que provocan las acusaciones en sus respectivos mundos.

Todo se cuestiona: el controvertido celibato sacerdotal, la validez de las funciones eclesiales, la auto atribuida preeminencia ética de la Iglesia en la sociedad, el trauma de la culpabilidad y el machismo del monaguillo que oculta su imposiblidad de procrear.

Andrés Peña

Andrés Peña

Pero no se debate desde el púlpito ni desde la academia. El buen lenguaje de “Padre Pedro” es coherente con el valor de enfrentar conflictos de impacto cotidiano, dogmas, juicios y prejuicios sociales que se esconden debajo de la alfombra.

Leopoldo Pulgar

Leopoldo Pulgar

A este juego dialéctico responden con buenas armas los actores Javier Bolívar y Ramón González, quienes delinean el perfil sicológico y corporal de personas vulnerables de sus personajes.

Igual que Andrés Peña, cuya dirección privilegia el sentido humano de la fuerza escénica, aquella que estimula al espectador a revisar su propia realidad.

Teatro de la Aurora. Avenida Italia 1133. Fono: 57319921. Jueves y viernes, 21:00 horas. Entrada general $5.000; estudiantes y tercera edad $3.000. Hasta el 18 de Diciembre.