Criticada por haber dejado a una célula yihadista preparar los atentados de París desde Bruselas, Bélgica se defiende de las acusaciones de laxismo, aunque algunos responsables belgas admiten fallos, como la falta de investigadores que hablen árabe.

Aunque los autores identificados de los atentados de París son todos franceses, las miradas se centran desde el viernes en la comuna de Molenbeek-Saint-Jean de Bruselas, considerada como un semillero de yihadistas en Europa.

Abdelhamid Abaaoud, miembro de la organización Estado Islámico y presunto organizador de las masacres de París, es oriundo de esta comuna.

Dos hombres detenidos el sábado en Molenbeek e inculpados por “atentado terrorista” son sospechosos de haber acompañado a Bélgica a Salah Abdeslam, otro francés residente en Molenbeek, fugitivo, presunto miembro de uno de los comandos que perpetró los ataques de París. Su hermano, Brahim, se hizo estallar el viernes.

“Sabíamos que [los hermanos Abdeslam, NDLR] se habían radicalizado y que podrían intentar llegar a Siria”, reconoció este miércoles el portavoz de la fiscalía belga, Eric Van Der Sypt, al explicar que ambos fueron interrogados antes de los ataques.

“Pero no dieron signos de representar una posible amenaza. Aunque lo hubiésemos señalado a Francia, dudo que hubiésemos podido detenerlos”, agregó.

Aun así “en este grupo muchas de las personas son conocidas en Bruselas, alguien se equivocó en algún momento. Los belgas, que tienen la mayor proporción de jóvenes que parten a Siria, no están a la altura”, acusó al principio de la semana Alain Chouet, ex jefe de los servicios franceses de inteligencia exterior, la DGSE.

“El error”

Estas críticas irritaron sobremanera a la diplomacia belga. “Fuimos los primeros en ser atacados el año pasado, en el Museo Judío de Bruselas: cuatro víctimas… Un atentado perpetrado por un francés que regresaba de Siria”, declaró a la AFP Didier Reynders, ministro de Relaciones Exteriores.

“Desde que comenzó el año se pronunciaron más de 160 condenas en Bélgica por radicalismo”, subrayó.

“Hace unos meses logramos desbaratar atentados en Verviers (este”, declaró el primer ministro, Charles Michel.

“En principio hay sólo tres individuos que venían de Bélgica, ello significa que hay cinco que son franceses”, señala Guy Rapaille, que dirige el Comité R, el órgano que controla a los servicios de inteligencia belgas.

Rapaille anunció sin embargo la apertura de una investigación “para ver qué sabían los servicios, qué es lo que no sabían o lo que deberían haber sabido”.

Sin embargo, en Bélgica se empiezan a escuchar críticas.

El periódico flamenco De Morgen lamentó la falta de agentes que hablen árabe en los servicios de inteligencia, una de las razones, según el diario, de su fracaso en detectar los atentados.

“Los miembros de la célula terrorista pudieron comprar sin problemas material para hacer explosivos, comprar armas y alquilar vehículos. En nuestra jerga esto se llama ‘un intelligence gap’, intolerable, lo que comúnmente se llama un error”, analizó una fuente de seguridad anónima citada por el diario.

La falta de investigadores que hablen árabe constituye “un enorme problema”, dijo el diputado y alcalde de Vilvorde, Hans Bonte, uno de los mejores especialistas del tema en Bélgica. “Lleva tiempo reclutar perfiles específicos”, se defendió el ministro de Justicia, Koen Geens.

El exalcalde de Molenbeek el socialista Philippe Moureaux también fue criticado por haber, según sus detractores, “cerrado los ojos” frente a las derivas radicales en su comuna.

Otro de los problemas es el complejo sistema político belga, que no facilita la toma de decisiones. La prevención es prerrogativa de las comunidades flamenca y francófona. La policía judicial y la inteligencia dependen del nivel federal, mientras que la policía de cercanía está dividida en Bruselas, capital de 19 comunas, en seis “zonas” casi autónomas.

“Una sala policía local en Bruselas podría ser más eficaz”, dijo este miércoles en declaraciones al diario L’Echo un importante magistrado belga, Christian de Valkeneer, que subrayó no obstante que la policía local interviene sólo en segunda línea en la lucha contra el terrorismo.