El viernes pasado, las autoridades de Guatemala capturaron a 18 presuntos pandilleros, entre ellos dos mujeres, acusados de trabajar en una red de extorsión en el norte de la capital del país. Los detenidos serán procesados por los cargos de asesinato, obstrucción extorsiva de tránsito, asociación ilícita y extorsión.

Se sospecha que todos son parte de la temida mara “Barrio 18”.

Las cifras que llegan desde Centroamérica son alarmantes. En lo que va de este 2015, cerca de 4 mil personas han muerto producto de la violencia en El Salvador, más de 3 mil en Honduras y Guatemala tiene una tasa de 48 homicidios por cada 100 mil habitantes, lo que lo transforma en uno de los países más violentos del mundo.

Los motivos de estos nefastos números pueden ser muchos. Pero sin duda uno de los principales factores es el establecimiento y desarrollo de las temidas “maras”.

¿Qué son las maras centroamericanas?

El Salvador comenzó a vivir una grave crisis durante los años 70, que desembocó en una brutal guerra civil a partir de 1980, en donde se enfrentaron el ejército contra fuerzas insurgentes.

Según un informe del proyecto Poljuve, producto de la crisis política, económica y social, miles de familias salvadoreñas comenzaron a emigrar hacia Estados Unidos, país al cual llegaron a vivir bajos precarias condiciones.

En los barrios pobres de Los Angeles comenzaron a gestarse estas pandillas, como forma de protección ante otras bandas. Sin embargo, el gobierno norteamericano comenzó un proceso de deportaciones masivas, lo que hizo que quienes volvieron a Centroamérica lo hicieran llevando consigo estas nueva tendencia.

La pobreza y las faltas de oportunidades crearon el contexto ideal para que comenzaran a brotar algunas pandillas delictuales, que si bien eran peligrosas, eran de menor tamaño. Pero con los años, fueron creciendo, al punto de formar verdaderas organizaciones criminales. De esta manera nacieron las temibles “maras”, peligrosas bandas dispuestas a todo. Literalmente.

“Así, a casi veinte años de finalizada la guerra civil, El Salvador es una de las sociedades más violentas de Latinoamérica, con las tasas más altas de homicidio y de vulnerabilidad de la juventud”, señala el texto. En efecto, las maras recurren a muchachos de entre 10 y 15 años para que cumplan labores de vigilancia a cambio de droga. De esta forma, los niños ingresan paulatinamente en el triste y violento mundo de las maras.

Pero para ingresar formalmente, se debe pasar por una prueba que llama poderosamente la atención por lo cruel que resulta ser: el joven debe ser golpeado por varios segundos, con la prohibición total de protegerse o devolver los golpes.

Una vez concluida la prueba, comenzará su nueva vida dentro de una mara. A partir de este momento los demás integrantes de la pandilla será sus hermanos y lo protegerán ante cualquier agresión externa, así como él debe defender a los demás.

Además, deberá acatar las órdenes que se le asignen sin ninguna objeción, ya sea torturar o asesinar. Y por último, debe tener totalmente presente que la única manera de salir de la mara, es muerto.

Quienes conforman estas maras suelen llevar gran variedad de tatuajes en sus cuerpos y rostro, que representan los crímenes y asesinatos que han cometido.

El nivel de compromiso con el barrio en el que viven está relacionado con el número de tatuajes que tienen, ya que alguien que tiene tatuado el nombre de su pandilla en el rostro difícilmente podrá llegar a hacer otra cosa. Tienen su propio sistema de comunicación que incluye gestos a través de las manos.

Estas pandillas suelen tener éxito reclutando jóvenes, debido a que apuntan a quienes viven en la pobreza tanto material como mental. En estos grupo, los mareros sienten que tienen el amor que nunca tuvieron en sus hogares. Se dividen en células llamadas “clicas”, cuya misión es tener el control total en sus poblaciones.

MARVIN RECINOS - AFP

MARVIN RECINOS - AFP

Las dos maras más conocidas son la “Salvatrucha” y la “Barrio 18”, rivales desde sus orígenes y que han protagonizado sangrientos enfrentamientos.

Sus principales vías de financiación es a través de la extorsión. Cobran un “impuesto” a quienes trabajan en sus zonas, como por ejemplo a los transportistas. Según el sitio costarricense La Nación, la Asociación de Transportistas de El Salvador estima que en 2014 le pagaron $30 millones de dólares a los pandilleros. Además obtienen altas sumas gracias al tráfico de drogas.

MS-13 | Twitter

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Mara Salvatrucha

Esta es la mara más conocida y respetada. En ella están agrupadas una gran cantidad de pandillas criminales cuya presencia se ha expandido a México, Estados Unidos, Canadá e incluso España.

AndyRW | Twitter

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El rito de iniciación consiste en una golpiza de 13 segundos al novato por parte de sus compañeros. Además, generalmente deben cometer algún delito que les asegure su lealtad, como un asesinato.

El 13 que utilizan a través de los grafittis y tatuajes, se refiere a la décimo tercera letra del alfabeto, que es la M, la cual alude a la Mafia Mexicana o “La Eme”, aseguró Thomas Ward, antropólogo de la Universidad del Sur de California, al sitio La Opinión.

“Cualquier pandilla latina del Sur de California que se identifique con el 13, está bajo la protección y mando de la Mafia Mexicana en las cárceles”, agregó el experto.

El fenómeno de las maras se ha presentado incluso a través de la música.