Estás en una gran metrópolis, tienes poco tiempo y te sientes completamente solo. Esas tres razones son suficientes para necesitar ayuda urgente y la compañía de alguien que te escuche, te mime y te acompañe.

Para todos quienes están en Nueva York y tienen a sus madres lejos, y sea como sea necesitan de ese amor de mamá, ahora hay una novedosa solución a ese problema.

Y en este amplio mercado lleno de nuevas excentricidades y cosas extrañas, hace su aparición el servicio denominado “I need a mom” (“Necesito una madre”), que se le ocurrió implementar a una mujer de 63 años en Brooklyn a cambio de recibir 40 dólares la hora ($ 28.000), es lo que publicó la agencia de noticias EFE.

Aprovechando su propia experiencia, Nina Keneally, decidió alquilarse como madre para prestarle ayuda a millones de jóvenes en la Gran Manzana. Si bien ella tiene sus propios hijos, pero debido a que sus edades fluctúan entre los 27 y 30 años, la mujer siente que ya no necesitan tanto de su cuidado.

Facebook - Nina Keneally

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La idea surgió cuando comenzó a hablar con diferentes personas en sus clases de yoga, en su voluntariado, paseando a su mascota y con sus vecinos. En todas aquellas conversaciones habían un denominador común que la impulsó a formar este negocio, y era que todo el resto le confiaba sus problemas.

“La clave de todo esto es que estas personas aman y confían en sus padres, pero éstos tienden a ser muy críticos respecto a sus opciones y estilo de vida. Algo que pasa mucho con los veinteañeros y treinteañeros, que mi público objetivo”, declaró la microempresaria.

La diferencia que marca Keneally es que puede ser una madre que te escucha mientras toman un café y darte consejos sin discutir por viejas rencillas del pasado.

Asimismo, en su amplio currículum se incluye experiencia como funcionaria de Seguridad Social para el Estado de Pensilvania, así como productora teatral (mundo en el que sigue involucrado su marido y que le valió incluso un premio Tony) o consejera en una clínica de rehabilitación de alcohol y drogas.

Sin embargo, pese a su gran experiencia impone sus límites, y uno de los más importantes es que ella no hará las cosas por ti. No va a limpiar tu baño ni lavar tu ropa, como tu verdadera madre te lo haría.