La publicación este jueves del texto del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) fue saludado como un signo de transparencia, aunque no puso fin a las recriminaciones de la sociedad civil, que denuncia un convenio a favor de las multinacionales.

Analistas y críticos se absorberán ahora en la lectura de los 30 capítulos del acuerdo. El texto será escrutado igualmente por quienes siguen las actuales negociaciones de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos.

“Sin este acuerdo, los competidores que no comparten nuestros valores, como China, decretarán las reglas de la economía mundial”, afirmó el presidente de Estados Unidos Barack Obama en su discurso semanal.

El TPP reúne a Estados Unidos, México, Chile, Perú, Australia, Brunéi, Canadá, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam. Estos doce países representan el 40% de la economía mundial, pero no incluyen a China, que fue dejada al margen de las negociaciones.

El ministro de Comercio e Inversiones de Australia, Andrew Robb, aprobó la divulgación del documento, asegurando que todos los firmantes, al finalizar las negociaciones, habían convenido publicarlo lo antes posible.

El acuerdo, alcanzado después de cinco años de arduas discusiones, todavía debe ser firmado y ratificado por los doce países y esto podría complicarse en algunos casos, empezando por Estados Unidos, donde deberá superar el escepticismo del Congreso.

Criticado por ONG y sindicatos

Numerosas ONG cuestionaron el secretismo que rodeó las negociaciones durante media década. Aseguran que el secreto se debe a favores acordados a empresas multinacionales.

Otras voces se alzaron para criticar un pacto que debe ser aprobado como un todo, sin posibilidad de modificar cláusulas, luego que el Congreso aprobara en junio último una ley en ese sentido.

“Ya no habrá más espacio para las medias verdades, las conjeturas o las filtraciones interesadas sobre lo que contiene -o no contiene- el acuerdo”, afirmó Deborah Elms, directora ejecutiva de Asian Trade Center, una consultora con sede en Singapur.

Así y todo, “llevará tiempo y esfuerzos para los individuos y las compañías entender el acuerdo en su totalidad y las implicaciones que tendrá para cada sector o industria”, agregó.

El TPP abarca tópicos que van desde la protección de la propiedad intelectual hasta el manejo de disputas con inversores extranjeros para hacerles cumplir los derechos laborales, así como una serie de acuerdos anexos relativos a recortes arancelarios específicos entre los miembros.

“Ahora tenemos pruebas concretas de que el acuerdo transpacífico amenaza a nuestras familias, nuestras comunidades y nuestro medioambiente”, señaló la organización Sierra Club, que se muestra sorprendida por la ausencia del término “cambio climático” en el texto.

El sindicato estadounidense AFL-CIO, por su parte, dijo estar “más seguro que nunca” de que el TPP “piensa primero en las empresas y no fue hecho para beneficiar a las asalariados”. La central está preocupada por la inclusión en el acuerdo de un mecanismo de protección de los inversores que “aumentará el poder de las empresas”.

Sus detractores recuerdan que este mecanismo permitirá a las multinacionales atacar a través de la justicia a los estados, en caso de que las empresas consideren que sus intereses están siendo amenazados por políticas públicas.

Frente a una controversia similar, la Comisión Europea tuvo que suspender las negociaciones con Estados Unidos para realizar consultas al respecto.

El TPP también fue rechazado por organizaciones de agricultores, en especial en Japón, donde se teme la caída de la competitividad ante productos más baratos. Y en Canadá, los pequeños productores lácteos bloquearon el Parlamento en Ottawa para expresar su oposición a la apertura del sector.

“Esta publicación no hará más que confirmar una gran parte de la oposición existente”, estimó Matthew Rimmer, profesor de derecho en la universidad de Queensland, Australia.

“Los gobiernos que lo han apoyado tendrán que hacer todo para que sea aceptada. Habrá muchos juegos políticos interesantes”, añadió.

La fase de ratificación se anuncia entonces como un período delicado. En Estados Unidos, el nuevo jefe de la oposición republicana en el Congreso, Paul Ryan, aseguró que Obama deberá “explicar en detalle” cómo las familias estadounidenses se verán beneficiadas con este acuerdo.

Sin embargo, apenas iniciado este proceso los republicanos han recibido señales de que sus voluntades son escuchadas. Una declaración conjunta de los 12 países del TPP, publicada también este jueves, anunció que los estados implicados en el acuerdo se comprometieron a no llevar a cabo una guerra de monedas con el fin de evitar las “devaluaciones competitivas”, algo que exigían los legisladores del Congreso.

Chile, México y Perú

Chile, México y Perú habían celebrado el fin exitoso de las negociaciones. El TPP “nos inserta de una manera más plena en una zona prioritaria para la estrategia de desarrollo de Chile”, dijo la presidenta Michelle Bachelet, cuyo país registró en 2014 un intercambio comercial con ese bloque de 45.763 millones de dólares.

También México ve al TPP como una “gran oportunidad de acceso y acceso justo a mercados crecientes” y como una “modernización de la plataforma del tratado de libre comercio de América del Norte (TLCAN)”, en el que participan también Estados Unidos y Canadá, según señaló el secretario de Hacienda y Crédito Público de México, Luis Videgaray.

Y el presidente peruano Ollanta Humala consideró que el TPP representa una oportunidad de “insertar en el juego del comercio mundial” a las pequeñas y medianas empresas (pymes) del país andino.