El 16 de junio de 1983 es considerado por los grandes amantes del boxeo como la ‘fecha negra’ y más escandalosa de la historia de esta disciplina.

¿La razón? Aquel día se registró en el mítico Madison Square Garden de New York la pelea con la mayor trampa de este deporte. Una que tendría graves consecuencias a futuro, según testigos.

Sin ir más lejos, en una situación nunca antes conocida, el ganador del duelo terminó en la cárcel producto de la adulteración de sus guantes, mientras que el perdedor con importantes problemas de visión.

Los protagonistas

A comienzos de los 80′ Billy Collins Jr. era toda una personalidad del deporte de Estados Unidos. Con 21 años, ya era considerado como una de las mayores promesas de la disciplina.

Los números así lo avalaban. El oriundo de Tennessee solo supo de victorias en sus primeras 14 peleas en el profesionalismo, 11 de ellas por la ‘vía rápida’.

Pero no solo eso. Además su padre, Billy Collins, que fue un exitoso boxeador entre los 50′ y 60′, se encargó de traspasarle cada uno de sus trucos en calidad de entrenador. Collins Jr. lo tenía todo: talento y conocimiento.

Eso sí, al estadounidense le faltaba ‘roce’. Por lo mismo, el círculo íntimo del emergente púgil decidió organizar un combate contra alguien de mayor envergadura, pero que no se convirtiera en una ‘amenaza’. En otras palabras, un boxeador experimentado, pero que no tuviera chances de llevarse la victoria.

Fue así que terminaron pactando la pelea contra Luis Resto,oriundo de Puerto Rico de 28 años que no había logrado consagrarse sobre el cuadrilátero. ¿Sus estadísticas? 19 victorias (8 por K.O.), 7 derrotas y 3 empates.

Resto ‘silencia’ el Madison

Si bien en la previa la mayoría de las casas de apuesta daban ventaja al estadounidense, arriba del ring las cosas fueron totalmente opuestas.

Collins Jr. comenzó dominando y enviando los mejores golpes en el arranque, sin embargo, rápidamente fue sintiendo el peso de la pelea. De hecho, desde el tercer round Resto comenzó a imponer sus términos con relativa tranquilidad.

El Madison estaba en silencio. Tres golpes del local parecían valer por solo uno del puertorriqueño. Mientras Resto no exhibía grandes heridas, el afectado rostro del norteamericano asustaba a sus fanáticos y entrenadores.

Así pasaron diez extenuantes ‘asaltos’. La pelea llegaba a su fin y la decisión de los jueces no podía tener dobles lecturas: Luis Resto se quedaba con un contundente triunfo por unanimidad.

La escandalosa trampa al descubierto

La alegría en Resto era interminable. Había logrado ‘doblarle la mano’ al destino y superar al favorito de todos. Sin embargo, la felicidad tendría un abrupto final.

Todo ocurrió cuando el vencedor fue a saludar al rincón de su oponente. Tras abrazar con gran afecto al perdedor, Luis se acercó a ‘Billy padre’ para felicitarlo por el combate, pero el experimentado ex boxeador imaginaba que algo extraño había pasado en el ring. No tanto por el resultado, sino que por las notorias diferencias en los golpes y en los rostros.

Fue así que el adiestrador del estadounidense tomó por el guante al puertorriqueño y se dio cuenta que estaban adulterados. De hecho, apretó con fuerza y provocó un inesperado gesto de dolor de Resto que fue captado por la televisión. No había duda. La trampa quedaba al descubierto.

Pese a que el animador del evento reiteró la victoria de Luis Resto públicamente, y este volvió a festejar, el padre de Collins pidió incautar e investigar las piezas.

Dos semanas después la Federación anunciaba el resultado de las indagaciones, confirmando que el entrenador Carlos ‘Panamá’ Lewis había quitado el relleno para golpear más fuerte. Después -con el paso de los años- se sabría que Resto también combatió con yeso en su vendaje. Como consecuencia de este engaño, ambos fueron vetados de por vida del boxeo.

Y no fue todo. También Luis Resto y ‘Panamá’ fueron sentenciados a prisión. Mientras el boxeador cumplió 2 años y medio de castigo, su ‘maestro’ debió estar 3.

El triste final de Collins Jr.

Lo más lamentable de este episodio ‘negro’ del boxeo fueron las consecuencias que tuvo sobre Billy Collins Jr., el principal afectado.

Los violentos golpes propinados por el puertorriqueño provocaron significativo problema de visión en el norteamericano, que le impidió continuar con su ascendente carrera deportiva.

Se terminaba el sueño. Este complejo escenario originó una depresión que acompañó a Collins los 9 meses siguientes al combate.

El 6 de marzo de 1984 se acaba la vida de Billy Collins. La ‘promesa’ del boxeo estadounidense fallecía tras protagonizar un accidente automovilístico.