Es probable que muchas veces hayamos escuchado que se llame “canutas” a las personas evangélicas. Aunque en la actualidad este término tiene una connotación algo despectiva, y muchos se sienten ofendidos cuando los catalogan así, en realidad su origen no tiene mucho de vergonzoso.

Este concepto se remonta al siglo XIX, cuando fue acuñado por el periodista anarquista Juan Vera, quien lo utilizó para referirse a los seguidores del sastre español Juan Bautista Canut de Bon Gil (1846 – 1896), un ex jesuita que se convirtió en un célebre predicador metodista, que fundó varias iglesias evangélicas en Chile.

Según relata el portal religioso español Metodista.es, Canut fue miembro de la orden Compañía de Jesús y trabajó como maestro de costura en el Colegio Jesuita de Tortosa en Tarragona (España), pero luego a raíz de las Guerras Carlistas por la autonomía de Cataluña, arrancó a Sudamérica, llegando primero a Argentina -donde estudió homeopatía- y luego a nuestro país, donde dejó la orden jesuita para casarse con Virginia Robles.

De acuerdo al mismo relato, el “primer contacto con el evangelio” que tuvo Canut, fue en una estación de trenes de Valparaíso, donde el hombre encontró un ejemplar del nuevo testamento de la Sociedad Bíblica. Como en ese momento aún era parte del catolicismo, se asustó tras hojear el libro y lo abandonó.

No obstante, hacia 1880 se hizo amigo del misionero presbiteriano Robert MacLean, quien lo convenció de unírsele y convertirse en predicador. Pero más tarde, tuvo un periodo de confusión que lo hizo volver al credo católico.

La situación cambió radicalmente en 1888 cuando conoció al pastor metodista estadounidense William Taylor (1821-1902), quien lo llevó a su fe y lo hizo portavoz de ésta en español.

Ya en 1890, Canut era un obispo evangélico, que se caracterizaba por predicar en forma fervorosa, lo que le significó ganar varios seguidores, pero también detractores y numerosas burlas. Muchos le gritaban “loco” o “diablo” e incluso de vez en cuando le llegaba alguna pedrada. “Los pobres me defienden. Los conventos todos los días predican contra mi. Yo creo que alguno de mis hijos va a ser el primer mártir de Jesucristo. Ellos tienen ahora más fe, aman a Jesús. Mi Virginia (esposa) está conforme, pero tiene miedo que maten a los niños”, dice uno de los relatos de Canut rescatado por la página metodista.

Ante esta situación, Taylor le aconseja alejarse de las grandes ciudades y recorrer el país. Fue así como logró fundar iglesias en varias ciudades como La Serena, Concepción, Traiguén, Angol, Los Ángeles, Victoria y Temuco, durante los 5 años que se dedicó a predicar.

Como les adelantábamos al comienzo, fue el periodista anarquista José Vera quien dio origen al término “canutos”, al llamar de esta manera a la multitud de seguidores de Canut en una descripción de las intensas prédicas, donde contó que muchas veces los devotos terminaban detenidos por la policía. Recordemos que en ese entonces Chile no era un estado laico, y la religión por la que se regía el país era la católica.

Aquejado de problemas de salud, Canut murió en 1896 a los 50 años, convirtiéndose hasta hoy en día en una figura importante para la Iglesia Evangélica.