La explosión de la central nuclear de Chernóbil en 1986 provocó la expulsión de material radioactivo y tóxico en un radio de 4.200 Km2. El accidente forzó a la población supervivente a huir de las áreas afectadas para nunca volver.

Sin embargo, casi 30 años después, un estudio publicado en Current Biology, demuestra que la fauna salvaje encontrada en las inmediaciones de Chernóbil es mucho mayor ahora que antes del accidente.

“Esto no quiere decir que la radiación sea buena para los animales, sino que las consecuencias de la ocupación humana, la caza, la agricultura y la silvicultura pueden ser mucho peores”, apunta Jim Smith, de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido) y uno de los autores del trabajo.

Según destacan los autores, la abundancia de alces, corzos, ciervos, jabalíes y lobos en estas zonas es comparable a cuatro reservas naturales de la región que no están contaminadas. Uno de los datos más significativos es que el número de lobos que habita cerca de Chernóbil es siete veces mayor que el de estas reservas naturales.

Los primeros estudios tras el accidente nuclear habían mostrado que la radiación dejó efectos importantes en la zona exclusión, como por ejemplo una fuerte reducción de las poblaciones de animales.

Esta última observación muestra hasta qué punto es tenaz la naturaleza. También podría proporcionar pistas para comprender mejor el potencial impacto a largo plazo de la catástrofe de Fukushima en Japón en 2011.

La catástrofe de Chernobil, que forzó a todos los habitantes a evacuar para siempre la zona, también contaminó buena parte de Europa, pero sobre todo Ucrania, Rusa y Bielorrusia, que entonces eran repúblicas soviéticas.