Recién el presidente Barack Obama, terminaba de acusar a Rusia de supuestos bombardeos sobre civiles en Siria, cuando se supo que en Afganistán, la fuerza área de Estados Unidos estaba masacrando a bombazos el hospital de Médicos sin Fronteras en la ciudad de  Kunduz.

Las bombas estadounidenses mataron instantáneamente a por lo menos 19 personas, incluyendo a tres niños y 17 médicos y enfermeros cuyos cuerpos fueron rescatados. Otras 37 personas resultaron gravemente heridas con atroces quemaduras provocadas por las granadas incendiarias. No se saben cuantos otros cuerpos se encuentran todavía debajo de los escombros del hospital bombardeado.

Después de algunas evasivas iniciales, Washington tuvo que admitir que sus aparatos estaban disparando cohetes en apoyo a las fuerzas estadounidenses y del gobierno afgano que luchaban por recuperar la ciudad que había sido ocupada por fuerzas de los rebeldes talibanes.

El director de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Zeid Ra’ad Al Hussein, señaló que el ataque a un hospital constituye un crimen de guerra. Los médicos sobrevivientes denunciaron que al iniciarse el ataque se habrían comunicado con el alto mando las tropas estadounidenses reportando la situación, sin embargo, el alto mando por alguna razón, no detuvo el bombardeo que se prolongó por una hora.

En tanto, el alto mando de la Fuerza Área de Rusia, desmintió al presidente Barack Obama mostrando que fue el propio mando de las fuerzas estadounidenses en Siria, habían confirmado oficialmente que en la zona donde iban a atacar los aviones rusos, no había ninguna presencia de civiles y que únicamente se conocía la presencia de Fuerzas Terroristas.

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