Alemania celebra este sábado el aniversario de su reunificación, en pleno debate sobre el lugar del país dentro y fuera de sus fronteras, tras la llegada sin precedentes de refugiados que le plantea un desafío comparable al de hace 25 años.

Las celebraciones nacionales, que cambian de lugar cada año, tenían lugar en esta oportunidad en la capital financiera de la Alemania reunificada, Fráncfort, donde se organizó el sábado por la mañana una ceremonia religiosa.

El 3 de octubre de 1990, las dos Alemanias, separadas desde el final de la Segunda Guerra Mundial, volvieron a ser una, menos de un año después de la caída del Muro de Berlín.

“En 1990, también cabía preguntarnos legítimamente: ‘¿estamos a la altura del desafío?’ (…) Pero millones de personas enfrentaron de lleno ese desafío”, declaró el presidente alemán, Joachim Gauck, en Fráncfort.

La jefa de gobierno Angela Merkel instó a sus conciudadanos a recuperar el ímpetu que permitió la reunificación, en momentos en que el país habrá de acoger hasta un millón de refugiados este año.

“Aunque un problema parezca insoluble o una tarea parezca demasiado pesada, no debemos bajar los brazos, sino trabajar para volverla posible. Eso nos enseña la historia de Alemania”, declaró Merkel esta semana.

Al igual que la reunificación, hace 25 años, la llegada de los refugiados supondrá “un giro” para la sociedad alemana, dijo Merkel.

Alemania prevé que entre 800.000 y un millón de nuevos demandantes de asilo llegarán al país este año.

En las últimas semanas, la afluencia de migrantes, en su mayoría sirios que huyen de la guerra, suscitó conmovedoras muestras de solidaridad entre la población, y dio lugar a escenas que recordaban el alborozo popular que acompañó la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989.

Críticas de los países de Europa Oriental

Para la canciller, los socios y vecinos de Alemania posibilitaron la reunificación hace 25 años. Hoy, ante la llegada de refugiados, los alemanes tampoco “podremos solucionar las cosas solos”, dijo Merkel el sábado en Fráncfort. Para ella, lo deben hacer “todos juntos en Europa (…) y con el resto del mundo”.

La decisión de Berlín de acoger a estos migrantes ha suscitado críticas de países, en particular en Europa Oriental, donde se ha acusado a Alemania de querer imponer su modelo a toda la UE.

Así, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, criticó el “imperialismo moral” de Alemania.

La posición inflexible de Berlín en las negociaciones sobre la deuda griega también suscitó críticas y temores de que la Alemania reunificada quiera dominar el continente, un sentimiento que ya se había manifestado en 1990.

Alemania tiene que tener cuidado y no imponer su modelo de “nación moral”, advirtió el viernes el diario conservador FAZ, en un editorial sobre el aniversario de la reunificación. “Todos los europeos no quieren volverse como los alemanes”, estimó.

Veinticinco años después de la reunificación, Alemania se siente cómoda en su papel de primera potencia económica y política de Europa.

Y no parece que esta situación vaya a cambiar pese al escándalo del grupo automovilístico alemán Volkswagen, que confesó haber instalado un sistema para falsear los resultados de los tests antipolución en 11 millones de vehículos.

El ministro de Finanzas Wolfgang Schauble, quien jugó un importante papel en la reunificación hace 25 años, criticó “la avidez de gloria y reconocimiento” del grupo industrial alemán, en momentos en que hay temores de que este escándalo afecte la reputación del “made in Germany”.

No obstante, las bases del país parecen lo suficientemente sólidas como para enfrentar un nuevo desafío, según el historiador Paul Nolte, de la Universidad Libre de Berlín.