Tras gastar miles de millones de dólares para posar sobre la superficie de Marte un robot destinado a buscar rastros de vida, la NASA no puede enviarlo a zonas donde hay posibilidades de hallarlos por temor a que sean contaminados con microbios de la Tierra.

Responsables de la NASA indicaron a AFP que esa frustrante situación resulta de la decisión, adoptada años atrás, de bajar el nivel de limpieza requerida por los protocolos de la NASA para el material que entra en contacto con el entorno húmedo de Marte donde puede haber vida, si es que existe.

“No queremos ser recordados como la especie que llegó a otro planeta y arrasó con la vida existente”, comentó Jorge Vago, científico argentino del proyecto ExoMars de la Agencia Espacial Europea (ESA) que se dispone a enviar una sonda a marte en 2016 y un robot de exploración en 2018.

El espectro de aquella posibilidad volvió a gravitar el lunes con el anuncio de nuevas pruebas sobre la presencia de agua en la superficie de Marte, no solo en un pasado remoto sino también actualmente.

Se trata de surcos en las laderas de las colinas marcianas por los cuales corre al parecer agua ultrasalina.

Curiosity, el laboratorio móvil de la NASA posado en la superficie del planeta rojo desde agosto de 2012, está especialmente diseñado para detectar la presencia de microbios.

Su misión consiste en recabar muestras del suelo y analizarlas a la búsqueda de “materia orgánica y condiciones ambientales que puedan haber permitido la existencia de vida, ahora o en el pasado”, según la ESA.

Sin embargo, como el cirujano de un barco incapaz de operar por carecer de jabón, el robot no puede siquiera acercarse –y menos aún excavar– los surcos que aparecieron esta semana porque está demasiado sucio.

Fuera de lo permitido

“Curiosity no está diseñado para ir a un lugar capaz de tener vida microbiana”, explicó Michael Meyer, un científico del programa de la NASA de exploración de Marte. “Para eso necesitaríamos un nivel superior de limpieza”, dijo a la AFP.

La presencia de una poderosa batería de herramientas capaces de detectar la vida a la vez tan lejos y tan cerca es tanto más exasperante para algunos científicos cuanto que el primer aparato que la NASA logró posar con éxito sobre Marte, hace 40 años, el Viking, sí cumplía con el requisito.

“Las misiones que enviamos desde Viking no habían sido limpiadas al mismo nivel. Viking era esencialmente estéril”, admitió Catharine Conley, que dirige la oficina de protección planetaria de la NASA, encargada de evitar una contaminación entre la Tierra y otros cuerpos celestes del Sistema Solar.

“Sería muy bueno volver a tener aquella capacidad, poder acceder a los surcos y tomar muestras”, agregó.

Pero el peligro de enviar al Curiosity a una “zona caliente” donde puede haber vida marciana es real.

Las zonas de Marte designadas como “especiales” están fuera de juego, aclara Vago.

Cada bacteria que llegue de polizonte a bordo de una nave espacial “puede en ciertas circunstancias hallar las condiciones propicias para prosperar. Y eso debe ser totalmente excluido”, agregó.

La ESA, la NASA y otras agencias espaciales están regidas por un tratado internacional destinado a “evitar una contaminación dañina” en la exploración espacial.

Esa contaminación podría resultar en otro escenario problemático.

“También intentamos matar todas las bacterias presentes en las sondas para que no terminemos descubriendo en Marte la existencia de vida que sea en realidad rastros de nuestra propia mugre”, dijo Conley.

Dinero, dinero, dinero

Hay muchas razones por las cuales la NASA optó por no elevar al Curiosity y otras misiones en Marte a los niveles previstos para entrar en contacto con vida extraterrestre.

“Todavía no habíamos confirmado la presencia de agua en la superficie de Marte en el momento en que se diseñó el Curiosity”, destacó Jim Watzin, director de la agencia de exploración marciana de la agencia espacial norteamericana.

“Curiosity fue diseñado para seguir explorando hallazgos anteriores que habían establecido, a través de la geología, que la superficie de Marte había albergado agua en un pasado remoto pero no en el presente”, indicó el responsable a la AFP.

El laboratorio móvil todavía puede recurrir a sus sensores remotos para recabar información en los surcos a cierta distancia, aclara.

El dinero también fue un factor. “Es una cuestión de presupuesto y prioridades”, dijo Conley. “La gente tiende a preferir que se haga investigación científica con bajo presupuesto”.

Otro factor es que las mismas técnicas usadas para esterilizar el material de Viking –esencialmente exponiéndolo a altas temperaturas durante días– podría dañar o destruir a los nuevos equipamientos científicos.

La próxima misión de la NASA al planeta rojo, Marte 2020, no fue diseñada especialmente para condiciones superlimpias, indicó Watzin, aunque agregó que eso podría cambiar.

“El mayor desafío para Marte 2020 es obtener el máximo nivel de limpieza requerido como para garantizar que las muestras tomadas se mantengan en condiciones óptimas de limpieza y puedan ser estudiadas en la Tierra”, agrega.