Aunque fueron decenas las celebridades chilenas que acudieron a las redes sociales para expresar sus condolencias ante la sorpresiva muerte del ex jugador y comentarista de fútbol, Eduardo Bonvallet, una de ellas sobresalió entre las demás no sólo por su brutal honestidad, sino también por la acusación de haber sido supuestamente censurada en Facebook.

Se trata del actor Roberto Nicolini, quien recordó sentidamente al “gurú” en su cuenta personal, sobre todo por la calidez con que éste le dio la bienvenida a La Red luego de ser despedido de UCVTV.

Pero el ex conductor del programa infantil Pipiripao fue más allá, acusando que la red social habría removido sin su autorización la publicación que había hecho más temprano sobre Bonvallet.

“¿Hay censura en Facebook? Me eliminaron el post sobre la muerte de Eduardo Bonvallet”, inició Nicolini, antes de repetir el mismo texto que había difundido desde su cuenta.

Recordemos que Facebook en ocasiones elimina contenidos cuando estos son “reportados” por usuarios que declaran sentirse ofendidos o agredidos por una publicación.

A continuación, el texto completo de Roberto Nicolini:

“Que bueno que te viniste con nosotros a La Red, Roberto”, me dijo un día que pasó a saludarnos en la grabación del programa infantil que nos vinimos a realizar a Santiago dos años seguidos (hasta que vendieron el canal y pasó a ser un pasapeliculas).

Esa vez agregó:

“Uno trabaja en esto porque en el fondo quiere que lo quieran y uno tiene que estar donde es querido”.

Nunca más lo ví. Tampoco fuimos amigos pero siempre agradecí ese gesto cuando veníamos tan heridos con todo nuestro elenco despedido de UCVTV que de la noche a la mañana quedamos sin pega, sin cotizaciones previsionales y con familia que mantener.

Veníamos dolidos.

Y alguna gente de La Red nos miraba con recelo porque ese año arrasamos con todos los premios de la crítica, marcamos excelente rating y estabamos full auspiciadores.

Bonvallet, en su boom, Rafa Araneda con Revolviendola y Marcela Vacarezza, que hacía La Ola, fueron muy gentiles, acogedores, en un canal sin alma en ese entonces.

¡Como no agradecer un gesto especialmente amable!

En esos años vi como un séquito de managers gozaba tras cámaras cada vez que Bonvallet hacía comentarios violentos. Seguramente, les convenía que se mantuviera enfermo de su depresión tan salvaje que lo mantenía muy arriba o muy abajo.

Sí se mejoraba, dejaba de ser el “fenómeno” generador de rating.

Después vino una seguidilla de imitadores jurel tipo salmón de ese estilo.

Las veces que nos topamos en La Red usaba un tono de voz y una manera de hablar en camarines muy cálida muy lejos del estilo que luego se veía en pantalla.

De fútbol entiendo poco, pero me da la impresión que su modo frontal acortaba camino para ir directo al grano sin rodeos y con el arrojo que le daba la euforia de su depresión endogéna que servía para el estilo punzante con que se fue construyendo el personaje que hizo de sí mismo.

Dios, estoy seguro, lo tiene que haber acogido con el cariño especial con que imagino acoge a las personas de alma sufriente que llegan con el timbre de “suicidio” en su pasaporte celestial.

Que descanse en paz.

Cuanto me apenan sus hijos.

Que doloroso un padre o una madre arrebatados por la depresión que engulle la vida de un impulso que nunca se sabe cuan meditado fue.

Que ganas de decirle a sus seres queridos que todo estará bien.

Que todo lo que pudieron, lo hicieron.

Pero que la depresión fue más fuerte.

Pero ya es vencida por la misma muerte, que eso se acabó y que para los creyentes, por fin se hace la paz en su vida.

No supe mucho más de él.

Pero sí supe de su abrazo y saludo en el momento preciso.

Y supe entonces que él quería ser querido. Así sea.