Nadie duda de que las redes sociales son uno de los canales de comunicación más importantes en la actualidad, pero… ¿nos están volviendo más idiotas?

Las redes sociales se han masificado por todo el mundo, y nuestro país no es la excepción. Portales como Facebook o aplicaciones como WhatsApp se han vuelto herramientas indispensables que usan a diario millones de chilenos.

Esta tendencia ha ido creciendo en los últimos años, y en ello ha sido clave el mayor acceso a internet que van teniendo nuestros compatriotas.

Chile conectado

Según las últimas cifras de la Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones reveladas en abril de este año, en Chile hubo un crecimiento histórico de acceso a internet: en 2013, 49.1 habitantes de cada 100 tenía acceso a internet. En 2014 el número creció a 64.1 por cada 100.

Es decir, más de la mitad de los chilenos tenían internet de manera permanente el año pasado, cifra que incluso podría estar aumentando durante este 2015.

“Los accesos a internet llegaron a 11,5 millones en 2014, registrando un crecimiento anual de 2,8 millones de nuevos accesos durante el año pasado. Esto es un 32,5% más que en 2013”, de acuerdo al análisis.

Y no sólo eso. En esto destacó la masiva irrupción de los smartphones o teléfonos móviles inteligentes: el 78,2% de los accesos a Internet fueron a través de éstos dispositivos. Hasta diciembre de 2014, en Chile existían 132,2 teléfonos móviles por cada 100 habitantes.

“En el caso de la telefonía, el consumo promedio de minutos por habitante disminuyó un 9,7%, lo que se traduce en que hoy los chilenos usan aplicaciones, redes sociales, mensajería y datos para comunicarse”, explicó en la ocasión el subsecretario de Telecomunicaciones, Pedro Huichalaf.

Esta situación no sólo se da en nuestro país, sino que es una tendencia global, indica un estudio realizado por el Interactive Advertising Bureau (IAB) en Chile.

El análisis, que se basó en tres reportes sobre el tema de conocidas entidades internacionales, estimó que “3 de cada 5 personas en el mundo usará teléfonos móviles regularmente en el año 2015. La audiencia de móviles se incrementará en un 4.8% este año a un total de 4.430 millones de individuos (…) Alrededor de la mitad de los usuarios de teléfonos móviles se conectarán a internet en el 2015”.

De acuerdo a otro estudio de IAB de fines de 2014, Chile es uno de los países donde los habitantes pasan más horas conectados a la red.

Hasta marzo de 2013, los chilenos estaban conectados a internet durante 19,1 horas mensuales en promedio. Esto dejaba a nuestro país como el cuarto de América Latina, tras Brasil (35,6 horas), Argentina (24,1) y Perú (21,5).

La misma medición estableció que las redes sociales tienen un alcance del 95% en Chile, siendo el cuarto país de la región donde hay más penetración. “Además, que a nivel mundial ocupamos el décimo lugar en horas promedio dedicadas a este tipo de contenido”, con 7,2 horas al mes en promedio, añade.

Idiotas en redes sociales

ARCHIVO | Javier Salvo | Agencia UNO

ARCHIVO | Javier Salvo | Agencia UNO

Pero esta proliferación de smartphones y redes sociales entre la población no necesariamente podría significar algo bueno. Al menos eso creen varios académicos, entre ellos el reconocido Umberto Eco, quien hace unos meses dio unas polémicas declaraciones contra los usuarios asiduos de las comunidades en línea.

Eco, escritor y filósofo italiano, dijo en una conferencia en el Gran Palacio de la Real Escuela de Equitación en Turín, donde le otorgaron el honoris causa en Comunicación y Cultura de los Medios de Comunicación de la Universidad de Turín, que “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios”.

El novelista agregó que “la televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”, según reportó el periódico mexicano El Economista.

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Aparte de lo dicho por Umberto Eco, hay investigadores que se han dedicado a estudiar cómo las redes sociales han afectado el comportamiento de las personas.

Una de ellas es la baronesa Susan Adele Greenfield, neurocientífica de la Universidad de Oxford, quien aseguró que Facebook – una de las redes sociales más populares en Chile- “podría cambiar nuestros cerebros”.

En una columna de la científica, publicada por el medio inglés The Telegraph, sostuvo que los avances que ha tenido Facebook, respecto a su disponibilidad en distintas plataformas móviles, “significan que nuestra actual obsesión por monitorear las vidas de otros y registrar cada momento de nuestra existencia, serán aún más fáciles de llevar a cabo, serán un complemento por defecto de nuestra vida diaria”. Este tipo de cosas provocarán que nuestros cerebros se adapten a un nuevo ambiente en el cual estaremos constantemente alerta de las acciones y opiniones de los demás, lo cual “de seguro cambiará nuestra mentalidad”, propone.

“La privacidad ya parece haberse vuelvo una comodidad menos valorada por la nueva generación de ‘nativos digitales (…) Se ha vuelto más importante el captar atención del resto, el ‘ser famoso’. La consecuencia de ello y lo que la ‘fama’ siempre conlleva es una pérdida de privacidad. Así que, ¿por qué con anterioridad siempre atesoramos tanto la privacidad, pero ahora nos estamos despreocupando de ella cada vez más?”, recalca.

En esa línea, Greenfield también propone que las redes sociales, como Facebook y Twitter, podrían provocar que las mentes de los usuarios permanezcan siendo más “infantiles” durante mayor cantidad de años, ya que se vuelven “dependientes del comportamiento y los pensamientos de otros” y están demasiado obsesionados con ellos mismos.

“Lo que me preocupa es cómo se banalizan tantas cosas en Twitter. ¿Por qué a alguien debería interesarle lo que otra persona comió al desayuno? Me recuerda a cuando un pequeño niño dice ‘mira, mami, estoy haciendo esto’ o ‘mírame, mami, estoy haciendo esto otro’. Es como si tuvieran una crisis de identidad, en el sentido de que están manteniendo al cerebro en una especie de túnel en el tiempo (…) Piensa en las implicancias que tendrá para la sociedad el que la gente se preocupe más de lo que otros piensan sobre ellos, que de lo que ellos mismos piensan”, detalló la neurocientífica en una entrevista con el medio británico Daily Mail.

Perjudiciales para estudiantes

ARCHIVO | Sebastián Rodríguez | Agencia UNO

ARCHIVO | Sebastián Rodríguez | Agencia UNO

Uno de los grupos cuyo comportamiento estaría siendo más afectado por las redes sociales -en un aspecto negativo-, serían los estudiantes, tanto adolescentes como mayores de 18 años.

En el caso de los escolares, un estudio de la Universidad Católica publicado este año, analizó el comportamiento de 7.825 alumnos de 5° básico a 4° medio, que viven en las regiones Metropolitana, del Bío Bío y Valparaíso.

Éste concluyó que los escolares chilenos pasan conectados durante demasiado tiempo en internet, lo que estaría afectando su calidad de vida “en áreas como el rendimiento académico, la sensación de soledad, autoestima y el desarrollo de habilidades sociales”.

“Un 46% de los escolares utiliza más del tiempo de exposición recomendado por los departamentos de salud de países como Estados Unidos, Australia y Canadá. Es más, la encuesta arrojó que el 17% lo utiliza más de 6 horas diarias, mientras que el 15% navega desde su celular la misma cantidad de tiempo. En todas las plataformas tecnológicas se identificó un sobreconsumo que afecta al menos a un 22% de los escolares encuestados”, manifiesta.

Al respecto, Daniel Halpern, uno de los académicos a cargo del estudio, añadió que “lo interesante es que a pesar de la gran cantidad de escolares que tienen un computador en su hogar, solo el 6% dijo contar con un filtro o control parental. Este dato es relevante, ya que al consultárseles por el acceso personal a sus teléfonos, sólo el 41% dijo que sus familiares sabían la clave para acceder a sus teléfonos (…) Lo cual puede ser problemático ya que una gran cantidad de ellos puede revisar material que no es apropiado para su edad y los padres podrían no enterarse de ello”,.

En tanto, otro análisis efectuado por la Universidad Católica y Microsoft en octubre de 2014, estudió el comportamiento en redes sociales de 2.860 estudiantes universitarios chilenos de entre 18 y 28 años. Éste determinó que “el 79,6% de los jóvenes sostiene que retrasa sus obligaciones por seguir usando las redes, el 79,4% se acuesta tarde por seguir en ellas y el 82,6% las sigue usando a pesar de que tenía la intención de parar”, cifras que preocupan a los expertos.

“Entre las causas que llevan a los jóvenes a depender de las redes sociales, el 73,9% cree que se pierde de algo si no se conecta, el 62% prefiere comunicarse por medio de las redes que a cara a cara, y el 56% la usa porque no está bien de ánimo”, agrega.

Adictos a internet

ARCHIVO | Pablo Ovalle | Agencia UNO

ARCHIVO | Pablo Ovalle | Agencia UNO

Los cambios que las redes sociales estarían ocasionando en nuestros comportamiento no acaban allí, sino que también provocarían trastornos a la salud mental en personas de todas las edades, y más aún en aquéllas de entre 18 y 30 años.

De esto habla Néstor Fernández Sánchez, académico de la División de estudios profesionales de la Universidad Nacional Autónoma de México, en su artículo Trastornos de conducta y redes sociales en Internet, publicado en diciembre de 2013 en la revista científica Salud Mental (revísalo completo aquí).

En dicho texto, el profesor especialista en psicología relata que “con la popularización de las Redes Sociales en Internet (RSI) se ha identificado una diversidad de nuevas conductas en las sociedades y sus individuos. En el campo de la salud, hoy en día se habla de un nuevo género de “adicciones” como la Adicción a Internet, al cibersexo o la Adicción a las redes sociales, temas que la literatura internacional de la psiquiatría y la psicología aún estudian”.

Pese a ello, el autor aclara que éstas no son adicciones propiamente tal, sino que se trata de “problemas de conducta derivados del acceso a la diversidad de contenidos que provee la Internet”. Esto debido a que “el concepto de adicción se aplica cuando el agente nocivo es una sustancia”, y ése no es el caso de internet.

Según el profesional, se ha detectado que a partir de “conductas anormales derivadas del excesivo uso de las redes sociales”, se han originado posibles trastornos que estarían afectando especialmente entre la actual generación que va desde 18 a 30 años, y que cree necesario estudiar en profundidad.

Estos trastornos surgirían con mayor frecuencia “cuando el individuo sufre (consciente o inconscientemente) de problemas consigo mismo, situación que favorece la incursión hacia problemas con los demás y que, desgraciadamente, aumentan la desadaptación personal (…) Súmese a lo anterior el hecho de que los padres pueden ser demasiado permisivos o dominantes, y de ello resulte que el muchacho interprete que no es comprendido, escuchado o amado. En otros casos, el uso de las RSI es un paliativo para satisfacer la necesidad de pertenencia de grupo que todo tenemos”.

En su análisis, Fernández Sánchez enumera una serie de criterios que pueden aplicarse para identificar cuando una persona tiene un “síndrome tipo adictivo” relacionado con las redes sociales. Es decir, se podría decir que alguien es ‘adicto’ a una Red Social de Internet (RSI) cuando:

-Es dominado en sus pensamientos, sentimientos y conducta por su uso (saliencia).

-Invierte grandes cantidades de tiempo y esfuerzo en la actividad e incremento de ésta.

-Altera sus estados emocionales (ansiedad, enojo) como consecuencia de implicarse en la actividad (modificación del humor).

-Se perturba cuando es interrumpido en la actividad o se le reduce el acceso (abstinencia).

-Comienza a enfrentar problemas con las personas que le rodean (dentro y fuera de las RSI) o consigo mismo, so motivo de la persistencia de la actividad o deja de atender las responsabilidades asumidas o impuestas en el trabajo, la escuela o el hogar (conflicto). En el caso de la interacción social fuera de las RSI, ésta se va reduciendo.

-Reanuda la actividad de manera persistente una vez que, aparentemente, la ha dejado o la ha reducido (recaída).

-Niega tener consecuencias por la actividad y se jacta de poderla abandonar en cualquier momento (y no lo demuestra o efectúa).

Además, da a conocer que hay otras conductas de menor magnitud, pero que podrían ser síntomas de alarma, tales como “aislarse de las relaciones sociales presenciales (cara a cara), sustituyendo este tipo de relación por las RSI”; “bajar el rendimiento escolar so motivo de la presencia permanente en las RSI”, “mentir sobre el tiempo que se está conectado o sobre lo que se está haciendo en las RSI” y “privación del sueño por estar conectado a las RSI”.

¿Qué hacer si se tiene un hijo adicto a redes sociales? El profesional entrega 5 consejos, especialmente dirigidos a los padres y madres de familia, que tengan hijos que pueden estar pasando por este problema. Éstos son:

1- Establecer tiempos para el uso del dispositivo que permite la conexión a las redes sociales.

2- Supervisar de vez en cuando los contenidos a los que accede el hijo. Obviamente, deberá existir la confianza para que los padres ingresen a la cuenta personal.

3- Si se usa una computadora para acceder a las redes sociales (cuidado, también se hace por el teléfono celular), ésta deberá ubicarse en un lugar común de la casa y colocada de forma tal que sea posible supervisar visualmente lo que aparece en la pantalla.

4- Promover la realización de actividades fuera de las redes sociales, que encaucen o fortalezcan el aprendizaje, la actividad física o las relaciones sociales con gente de la misma edad. Importante será que dichas actividades se realicen en familia.

5- Conocer, como padres, el funcionamiento y opciones que proveen las RSI. Esto permitirá tener mayor acercamiento con los hijos y, de alguna forma, manifestarles la comprensión de los alcances y límites de permanecer en activo en estas redes.