Luego que el Arzobispado de Santiago negara que el cardenal Francisco Javier Errázuriz encubrió casos de abuso sexual al interior de la iglesia, entre ellos los de el ex sacerdote Fernando Karadima, el Movimiento de Laicos en Osorno afirmó que la situación les causó tristeza y molestia.

Mario Vargas, uno de los voceros del movimiento, explicó que las cartas de Errázuriz demuestran que se intentó tapar las agresiones sexuales de Karadima desde los altos cargos católicos, calificando como poco creíble lo expuesto desde el Arzobispado en la región Metropolitana.

El dirigente asegura que el mensaje enviado por el cardenal al sacerdote Diego Ossa en 2010, buscaba sólo reprocharle que haya sido él quien se defendió ante los medios de comunicación y no su abogado.

Según Vargas, la carta enviada a Ossa, en la que se habla de un pago a Óscar Osben quién aseguró ser víctima de éste sacerdote, muestra una clara intención de dirigir la acción de la iglesia hacia el encubrimiento.

De acuerdo a la opinión del vocero y ante la supuesta evidencia de encubrimiento que revelan las cartas, las autoridades eclesiásticas deberían guardar silencio antes de seguir entregando explicaciones desafortunadas que sólo provocan tristeza en los fieles.

En la declaración pública el Arzobispado reconoce su compromiso con la verdad y la reparación de las víctimas, asegurando que “la verdad es que ninguno de los antecedentes aportados por los demandantes es prueba de encubrimiento de los abusos sexuales de Karadima y creemos que así se concluirá en el juicio ante el ministro señor Muñoz.”

Vargas ratificó la molestia que provoca la intención de continuar deslindado responsabilidades, enfatizando que pese a esta postura, diversos jerarcas de la iglesia católica deberán declarar ante los tribunales, incluidos el obispo de Osorno, Juan Barros.

En la declaración pública se explica el por qué de la carta enviada por Errázuriz a Karadima en 2006, la cual buscaba persuadir al sacerdote condenado por casos de abusos sexual, a que dejara su cargo de párroco cuando cumpliera 75 años según dicta la norma canónica.

“Karadima le decía al cardenal que eso se vería como un castigo y el cardenal le señala que no lo es y cómo evitar que se entienda así”, indica la declaración, en la que además se agrega que “tal como consta en el proceso, en ese momento, el cardenal Errázuriz aún no contaba con los antecedentes que le permitieran confirmar la veracidad de las denuncias, por lo que la salida del cargo de párroco estuvo motivada por sus 75 años. No hay encubrimiento alguno.”