Quizás el único rasgo que podría delatar la actividad que desarrolla João de Oliveira (20 años) es una evidente deformidad en su oreja izquierda, la que por lo general vemos en los luchadores. Sin embargo, para los habitantes de Concepción -ciudad donde reside desde fines de julio- es imposible advertir a simple vista que están frente a un campeón mundial de Brazilian Jiu-jitsu.

Tanto la mente como el cuerpo de este brasileño, nacido en Campos dos Goytacazes -estado de Río de Janeiro- y residente en São João da Barra, desde los últimos seis años están orientados sólo al arte marcial que se encuentra lejos de ser un espectáculo de combos y patadas y que muchos lo describen como una suerte de “ajedrez corporal”.

Desde que comenzó a entrenar en esta disciplina, João es conocido como “Bebezão”, o “guagua grande”. Pero, por supuesto, su apodo no es el principal logro en esta intensa carrera: ha logrado conquistar cinco veces campeonatos mundiales (cuatro de la Confederação Brasileira de Jiu Jitsu Olímpico y uno de la Confederação Brasileira de Jiu-Jitsu), además de otros títulos de la International Brazilian Jiu-jitsu Federation y diversas organizaciones locales.

En su ciudad es reconocido por sus méritos y la prensa de ese país le ha seguido los pasos, así como el municipio de Campos que incluso reportó la primera visita de João a Chile en 2014, que fue donde éste conoció Concepción.

“Tengo amigos acá y entreno en Nova Uniao Chile [Tucapel 1300] y además en el gimnasio Newen hace clases un amigo. Creé un lazo de amistad cuando los chiquillos fueron a la ciudad donde vivo para entrenar con mi maestro. No importa dónde entrenes, lo que importa es que las personas tengan ganas de entrenar. Acá en Concepción los chiquillos gozan de entrenar, gozan de aprender”, asegura.

Entrenamiento, disciplina y respeto

João dedica el 100% de su tiempo al Jiu-jitsu, lo que lo llevó incluso a dejar los estudios en Educación Física que había iniciado hace algún tiempo y que pretende retomar cuando tenga una mayor estabilidad.

Su amor por esta disciplina comenzó a los 14 años, cuando un amigo lo incentivó a practicarlo. “Él me insistía en entrenar y entrenar, pero yo no le daba tanta importancia. Un día empecé a entrenar y nunca más paré”, sostiene.

Más que los trofeos, el respeto es el premio que más valora el deportista, ya que el Jiu-jitsu lo obligó a ver de un modo distinto la realidad.

“Las personas no me respetaban de ningún modo, y después comencé a entrenar. Vi la vida de otra forma, y crecí como persona, maduré, conseguí tener más respeto hacia las personas. Con eso también las personas mostraron más respeto por mí”.

Otras artes marciales, añade, pueden requerir una mayor fuerza, destreza o quizás sean más atractivas como un espectáculo. Pero João, que desde los últimos tres años está enfocado en el nivel competitivo, sabe que el espectro de posibilidades que ofrece su disciplina es infinito.

A su juicio, “el Jiu-Jitsu es como el ajedrez, armas estrategias ahora, pensando, haces una jugada, armas una jugada para conseguir sacar provecho. En Jiu-Jitsu se aplica la inteligencia”.

Los riesgos quedan a la vista. La tradicional “oreja de coliflor” es fruto de años de combates en donde se ha visto expuesto a esta tradicional lesión, que es una separación a nivel interno de la piel y el cartílago y en cuyo espacio se acumula sangre y posteriormente calcio.

En sus dedos también está la evidencia de la práctica deportiva. Algunas desviaciones, hinchazones, callos y cicatrices “decoran” las manos de João, teniendo como principal desventaja para sus dolores el frío característico de la capital de la región del Bío Bío y su inefable clima.

Para él, estos riesgos, lesiones y dolores forman parte del valor añadido de la práctica. “Es un dolor que yo no llamo ardor. Es algo placentero, porque la felicidad que tengo de entrenar y de competir es más grande que todos los dolores que tengo en mi cuerpo”, explica.

Quizás Abu Dhabi

En la ciudad donde reside João, a diferencia de Concepción, el frío, la leña, las estufas y el abundante humo definitivamente no son parte del ambiente.

Estos últimos elementos son los que más llamaron su atención desde que llegó a Concepción el 31 de julio, planeando quedarse hasta el 14 de noviembre para después el Sudamericano de Jiu-jitsu que tendrá lugar entre el 28 y el 29 de noviembre en su natal Brasil.

En el intertanto, pretende recorrer algunas ciudades para entrenar y conocer nuevos lugares, preparándose para la tercera fecha del nacional que se disputará el 31 de octubre.

Además de intentar retomar sus estudios, João sostiene que está en sus objetivos formar una familia y afianzar su carrera en el Brazilian Jiu-jitsu para alcanzar en algunos años, y sin apuros, el anhelado cinturón negro.

Mirando más hacia el largo plazo, piensa en que podría llegar hasta Abu Dhabi, sede del Campeonato Mundial de Jiu-jitsu y en la cual residen los principales exponentes contemporáneos.

¿La razón? En dicho emirato es posible desarrollar la “profesión”, recibir un salario mensual, dictar clases constantemente y compartir con destacados deportistas.

“Una persona acostumbrada en Brasil a vivir en una favela, enfrentando las dificultades entrenando y trabajando al mismo tiempo en otra actividad, suele aspirar a Abu Dhabi donde pagan un sueldo, haces clases, entrenas con diversos cinturones negros y tienes una ciudad buena. Yo tengo ganas de tener una familia, y si vivo en Abu Dhabi mis hijos van a crecer con otra mentalidad y con una mejor calidad de vida”, sostiene.

Por ahora, João se concentra en sus entrenamientos y en disfrutar de la ciudad que lo acogerá en estos casi tres meses.