El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció este martes que su gobierno desistió de acudir a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) para tratar la crisis fronteriza con Venezuela y negó las acusaciones de Nicolás Maduro sobre un plan de Bogotá para asesinarlo.

“En cuanto a Unasur habíamos pedido una reunión de urgencia que nunca se dio y por lo tanto desistimos de esa reunión”, dijo Santos en una alocución televisada sobre la crisis fronteriza entre Colombia y Venezuela, que ya comienza su tercera semana y que afecta a más de 11.000 colombianos, según la ONU.

El mandatario tomó la decisión de no acudir a la cita de Unasur un día después de que su petición de convocar a una reunión extraordinaria de cancilleres del hemisferio no fuera aprobada en la OEA.

Pese a reconocer el revés que esto significó, agregó que la canciller colombiana, María Ángela Holguín, acudirá a instancias como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), así como ante el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, y ante la Organización Internacional de MIgraciones (OIM).

Santos negó además que se planeen atentados con el consentimiento de su gobierno contra el mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, como había denunciado su homólogo venezolano el pasado lunes.

“¿Quién puede siquiera considerar que, desde Bogotá, con la anuencia y vista gorda de mi gobierno, se plantea atentar contra la vida del presidente Maduro? Si otros caen en la paranoia, nosotros persistiremos en la serenidad de nuestras acciones”, afirmó.

La crisis entre Bogotá y Caracas comenzó el 19 de agosto con el cierre parcial de la frontera, y el posterior estado de excepción decretado por Maduro en diez municipios limítrofes, tras un ataque a militares venezolanos durante una operación anticontrabando en el estado fronterizo de Táchira, y que el mandatario atribuyó a “paramilitares colombianos”.

La tensión se profundizó aún más el jueves pasado, cuando ambos países llamaron a consultas a sus embajadores y Maduro amplió el cierre a otros sectores fronterizos.

La crisis deja según el gobierno colombiano, más de 1.100 deportados colombianos de Venezuela y más de 7.000 personas que regresaron voluntariamente por temor a serlo.