La bolsa de Shanghai perdía este martes un 4%, un día después de su mayor caída en ocho años arrastrada por las crecientes preocupaciones sobre la salud de la economía china, si bien las otras plazas asiáticas se recuperaban netamente tras las caídas de la víspera.

A mitad de sesión, el índice compuesto de Shanghái perdía un 4,33%, en los 3.071,06 puntos, tras abrir en baja de un 6,41%. Por su parte, la bolsa de Shenzhen perdía un 5,85%, en los 1.772,31 puntos.

El parqué shanghaiano ampliaba así las pérdidas de sus últimas sesiones. El lunes cerró con un 8,49% de pérdidas, su mayor desplome en un solo día desde febrero de 2007, tras dejarse la semana pasada más de un 11%.

La bolsa de Shanghái terminó ya con todos sus beneficios del año, al situarse por debajo de su nivel del 31 de diciembre de 2014.

La caída de las plazas chinas avivó los temores sobre la salud de la segunda economía mundial, al tiempo que arrastró el lunes a los mercados financieros mundiales que registraron pérdidas en un contexto de pánico generalizado.

No obstante, los mercados asiáticos se recuperaban el martes. A finales de la mañana, la bolsa de Tokio subía un 1,10% (tras cerrar el lunes en su nivel más bajo en seis meses), Hong Kong progresaba más del 2%, Seúl ganaba un 1,32% y Sídney avanzaba un 2,30%.

Asimismo, las cotizaciones de las materias primas, especialmente el petróleo, ganaban terreno tras las grandes caídas del lunes.

Los diferentes mercados parecían relativizar las preocupaciones vinculadas a la desbandada de las bolsas chinas.

“Hubo una reacción excesiva de los inversores a los riesgos económicos en China”, subrayaban los expertos de Capital Economics.

“El estallido de la burbuja bursátil no nos dice casi nada del estado de la economía china”, ya que sólo captan una pequeña parte de los ahorros de los hogares chinos, advirtieron.

‘Han perdido toda confianza’

Shanghái y Shenzen, donde las cotizaciones seguían cayendo, eran la excepción en Asia.

“A los inversores (chinos) les entra el pánico y venden a diestro y siniestro. Han perdido toda confianza y aún queda margen para un mayor desplome del mercado”, comenta Wei Wei, analista de Huaxi Securities.

“El gobierno no va a intervenir para salvar el mercado de nuevo, ya que es una crisis más general (…) Esto no va a funcionar esta vez”, estima, citado por la agencia Bloomberg.

De hecho, persisten los temores sobre un debilitamiento de la economía china, máximo cuando se suceden una serie de indicadores decepcionantes (caída de las exportaciones, fuerte contracción de la actividad manufacturera en agosto…).

La devaluación repentina del yuan hace dos semanas, percibida como un esfuerzo de Pekín para impulsar la competitividad de sus exportaciones, reforzó este nerviosismo.

Y, tras varias intervenciones gubernamentales desde finales de junio para estabilizar las bolsas a través de la compra masiva de títulos, los inversores temen ahora que las autoridades retiren prematuramente su apoyo.

En un intento de tranquilizar a los mercados financieros, Pekín anunció el domingo que el gigantesco fondo de pensiones nacional invertirá una parte de sus ingentes activos en las bolsas locales. Este anuncio no convenció.

“Los mercados financieros de todo el mundo entraron en una especie de círculo vicioso”, indicó a la AFP Gui Haomin, analista de Shenwan Hongyuan.

“Es imposible detener a corto plazo la desbandada de los mercados chinos”, si las autoridades no llevan a cabo una intervención de gran alcance, estimó.

Los inversores chinos, en su mayoría particulares y pequeños portadores, parecen esperar ahora eventuales intervenciones adicionales del gobierno para estabilizar y enderezar los mercados, así como medidas de flexibilización monetaria del banco central.

El Banco Central de China indicó el martes haber inyectado 150.000 millones de yuanes (20.300 millones de euros, 23.400 millones de dólares) en el sistema financiero para apaciguar las tensiones sobre la liquidez disponible.

Pekín está obligado ahora a actuar para “al menos respaldar los mercados” y frenar “los movimientos de ventas irracionales”, estima Zhang Qi, analista de Haitong.

Tras subir un 150% en el plazo de un año impulsadas por un endeudamiento masivo y desconectadas de la economía real, las bolsas chinas empezaron a caer a partir de mediados de junio, pese a los esfuerzos de Pekín.