Enseñar a pescar y no regalar en bandeja los pescados parece ser la premisa que lleva adelante el desarrollo del turismo étnico, un área poco desarrollada y que bien puede dar sustentabilidad a las comunidades de pueblos originarios de la Región del Bío Bío. Los alcaldes dicen que hay ganas y voluntad, por lo que ahora sólo falta el apoyo del Estado en capacitación para lograr el equilibrio entre visitantes y visitados.

¿Cuales son las fortalezas y debilidades de esta novedosa aventura? Es probable que hasta hace unos años, los rituales y cosmovisión que nuestros ancestros tienen resultara, para muchos, un tema hasta “pintoresco” que no ameritaba conocer mas allá de toparse casualmente con un rito como el Nguillatún, por ejemplo.

Pero los tiempos y los intereses han cambiado. Un claro ejemplo es el pueblo Rapa Nui que ha logrado captar la atención de la comunidad y los viajeros con su historia, sus figuras, sus ritos y sus leyendas a tal punto que conceptos como el Tangata Manu, el Manu tara o Make Make ya son comprendidos e interesan a quien viajan a Pascua para conocer mucho mas que un moai.

Y así suman los ejemplos a lo largo del país, donde la Región del Bío Bío está presente con los pueblos Mapuche y Pehuenche. No obstante, la pregunta es si realmente existe la capacidad para desarrollar el turismo étnico en zonas como Alto Bío Bío o la provincia de Arauco a una escala que permita entregar a los turistas los servicios que buscan y por los que pagan.

Según indica Abraham Silva, alcalde de Cañete, el turismo indígena se ve bien aspectado, tanto en su comuna como en la provincia, a raíz de la rica cultura del pueblo originario plasmado en un gran museo Mapuche y el futuro centro cultural del sector Huentelolén, asegurando que lo que falta es mejorar la conectividad con las comunidades

En Alto Bío Bío, su alcalde Nibaldo Piñaleo asegura que por recursos naturales y paisajes no se quedan, ni menos por la calidad humana de su gente que acoge a los visitantes destacando el trabajo tanto de ganaderos y apicutores, aunque reconoce que la capacitación en turismo a sus operadores es un tema pendiente.

En Contulmo, el jefe comunal Diego Ibáñez se manifiesta orgulloso y satisfecho del trabajo que se realiza en materia de turismo étnico, destacando que muchos de los campings que hay en los lagos Lanalhue y Lleu Lleu corresponden a las 18 comunidades de su sector, poniendo como ejemplo una iniciativa que se comenzará a trabajar en breve, la denominada “Ruta de la lana”.

El alcalde coincide con sus pares respecto de la necesidad de capacitar a su gente considerando que están las ganas y la preocupación de las comunidades.

Todo indica, según los alcaldes, que el Estado debe entregar las herramientas para que se desarrolle el turismo étnico. En ese sentido el Servicio Nacional de Turismo está trabajando en el tema con recursos para Alto Bío Bío y la Reserva Nacional Ralco, así como en la provincia de Arauco, donde esperan también entregar herramientas, como señala su directora Paola Nuñez.

Hace algunos días, Ben Sherman, líder de la Alianza Mundial del Turismo Indígena, visitó Chile para reunirse con diversas comunidades entregando su óptica sobre el desarrollo de este tipo de actividad, dejando en claro que es una gran oportunidad ara dar a conocer su cultura a turistas ávidos de conocerla como aprendizaje y forma de vida.

Cuando se habla de aventura, dice Sherman, no es adrenalina o experiencias extremas, sino simplemente de conocimiento como ocurre en Rapa Nui o en los pueblos norteamericanos como los Siux o los Navajos, esa es la esencia del desarrollo del turismo indígena.

Todo indica que en materia de turismo étnico la consigna es enseñar a pescar y no regalar los pescados en una cesta, así al menos se desprende de lo que dicen los alcaldes, por lo que será tarea del Estado y su aparataje el impulsar un área que bien puede convertir en sustentables a las comunidades que se muestran abiertas a compartir su forma de vida, eso sí, sin que el visitante intervenga mas allá de lo permitido para mantener el equilibrio de dos mundos que hoy se miran a los ojos esperando recuperar la confianza perdida.

Escucha a continuación la crónica completa de Sergio Osses: