Un policía estonio, que según las autoridades de su país fue secuestrado en su territorio por los servicios secretos rusos, fue condenado el miércoles en Rusia a 15 años de cárcel por espionaje.

El tribunal regional de Pskov, en el noroeste de Rusia, declaró a Eston Kohver “culpable de espionaje, de posesión ilegal de armas y de cruzar ilegalmente la frontera rusa”, precisó el abogado del agente, Evgueni Aksionov.

Según la fiscalía rusa, Kohver llevaba a cabo una operación secreta en Rusia cuando fue descubierto.

El gobierno estonio acusa por su parte a los servicios de seguridad rusos (FSB) de haber secuestrado al agente, que investigaba el crimen organizado en la frontera común, a punta de pistola en su propio país.

“El secuestro de Eston Kohver en el territorio de la República de Estonia por parte del FSB el 5 de septiembre [de 2014] y su detención ilegal en Rusia constituyen una violación flagrante del Derecho internacional”, declaró la ministra de Relaciones Exteriores estonia, Marina Kaljurand, en una declaración.

“La sentencia no cambia nuestra posición. Pedimos a Rusia que libere inmediatamente a Eston Kohver”, añadió.

Según la cancillería estonia, el agente no pudo recibir asistencia consular, y el juicio careció de todas las garantías necesarias.

La Unión Europea (UE) también exigió la liberación “inmediata” del estonio, y el ministro británico de Relaciones Exteriores, David Lidington, dijo estar “profundamente preocupado” por la condena.

Los servicios secretos rusos (FSB) había anunciado en septiembre de 2014 el arresto de Kohver en el noroeste de Rusia, cerca de la frontera con Estonia.

Según el FSB, el estonio fue detenido en posesión de una pistola, municiones, 5.000 euros y “material especial para grabaciones ilegales”, así como “herramientas destinadas aparentemente a una misión de espionaje”.

Numerosos casos

Las tensiones entre Rusia y las repúblicas bálticas, integrantes de la URSS hasta su desmantelamiento en 1991, han aumentado considerablemente tras la anexión de la península ucraniana de Crimea por parte de Moscú y la supuesta ayuda rusa a la rebelión separatista del este de Ucrania.

“Las relaciones con Europa ya están bajo mínimos (…) y una condena tan dura es una prueba más de su empeoramiento extremo”, aseguró a la AFP la analista independiente Maria Lipman.

Los casos de espionaje se han multiplicado en los últimos meses, y varios ciudadanos rusos han sido inculpados por alta traición o divulgación de secretos de Estado, incluida una madre de siete niños, que fue exculpada después de que su imputación provocara una fuerte polémica en el país.

A finales de julio, un tribunal moscovita comenzó a juzgar a un antiguo ingeniero militar ruso, Guennadi Kravtsov, acusado de haber entregado secretos de Estado a una empresa sueca en una carta de candidatura para un empleo.

En junio, Evgueni Mataitis, un hombre con doble nacionalidad rusa y lituana, fue detenido en Rusia e inculpado por espionaje en un caso clasificado como “secreto” por las autoridades.

Y en mayo, los servicios de seguridad anunciaron la detención por “espionaje” de otro ciudadano lituano, Arstidas Tamosaitis, afirmando que lo habían atrapado “con las manos en la masa”, mientras transmitía documentos internos de empresas rusas.