Investigadores han producido un analgésico opiáceo a partir de la manipulación genética de la levadura de panadería, un proceso complejo que permitió sintetizar en pocos días un componente del opio, según sus trabajos publicados.

Este nuevo progreso, que sigue a otros divulgados en los últimos meses en este campo de la investigación, abre la vía a un nuevo método de producción mucho más rápido y potencialmente menos costoso de medicamentos derivados de las plantas, según estos científicos de la Universidad de Stanford, en California. Su estudio se publica en la revista estadounidense Science.

Allí describen cómo lograron reprogramar genéticamente la levadura utilizada desde hace milenios en la fermentación del vino y la cerveza para que esas células de rápido crecimiento conviertan en apenas tres a cinco días el azúcar en hidrocodona, un derivado de opiáceos.

Ese proceso industrial lleva actualmente alrededor de un año entre la cosecha de la adormidera legalmente cultivada y la producción de analgésicos en laboratorios farmacéuticos, afirman los investigadores.

La hidrocodona y las sustancias químicas asimiladas, como la morfina y la oxicodona, forman una familia de analgésicos derivados del opio que se extrae del látex de la adormidera.

Las cantidades producidas son aún mínimas. Se necesitan 16.600 litros de levadura tratada con esta técnica de ingeniería genética para producir una sola dosis de hidrocodona, precisan los científicos.

Aseguran, sin embargo, que la experiencia demuestra que es posible manipular genéticamente la levadura para obtener medicamentos derivados de las plantas, subraya Christina Smolke, profesora de bioingeniería en la Universidad de Stanford y directora de la investigación.

La producción de artemisinina contra el paludismo a partir de levaduras genéticamente modificadas fue el primer gran éxito de la bioingeniería para fabricar un medicamento que hasta entonces sólo se producía a partir de la artemisa.

De este modo, un tercio de la producción mundial de artemisinina se ha transformado en los últimos diez años y proviene de la biotecnología.

Para fabricar la artemisinina el proceso resulta relativamente simple: requiere insertar únicamente seis genes en la levadura. Pero para la hidrocodona es mucho más complejo. Los científicos debieron recurrir a 23 genes para crear la usina celular capaz de producir ese derivado.

“Se trata de la biosíntesis química más compleja nunca antes creada con levaduras”, según la profesora Smolke.

Su equipo utilizó y refinó fragmentos de ADN provenientes de otras plantas, bacterias e incluso de ratas, que fueron insertados en la levadura para producir todas las enzimas que necesitan las células para convertir el azúcar en hidrocodona.