Sudoración, intenso miedo, ahogo, palpitaciones, nauseas, sensación de desmayo y mareos, gatillados sin motivo aparente, son algunos de los síntomas que una persona manifiesta cuando vive una crisis de pánico. A veces es algo que ocurre una sola vez, pero para algunos individuos se vuelve recurrente y asociado a ciertas experiencias. Se habla entonces de un trastorno de pánico.

La Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU señala que “la causa se desconoce, aunque los genes pueden jugar un papel”.

“El trastorno de pánico es dos veces más común en las mujeres que en los hombres. Los síntomas por lo general comienzan antes de los 25 años de edad, pero pueden ocurrir hacia los 35 años. El trastorno de pánico también se puede presentar en niños, pero no suele diagnosticarse hasta que son mayores”, relata la organización.

Para el doctor José Antonio Ivelic, psiquiatra de Red Salud UC,”el estilo de vida, el abuso de drogas o de alcohol, entre otros, son factores que podrían incrementar estos episodios de angustia”.

La crisis de pánico ocurren por una desregulación del sistema nervioso central, “es decir, en una de las zonas del cerebro (locus ceruleus) se produce una descarga del neurotransmisor (noradrenalina) asociado a la respuesta del temor“, explica el especialista.

Ivelic comenta que el ataque de pánico es “la aparición brusca de un miedo intenso. Es tan fuerte que la persona lo asocia a la sensación de muerte o a que algo muy grave le va a pasar”.

Por su parte, Rafael Vizuete, psiquiatra de Clínica Vespucio, comenta que “esta sensación no se puede controlar y afecta varios sistemas del cuerpo, generalmente el nervioso, por esto muchos pacientes que sufren este cuadro se dirigen rápidamente a la urgencia de recintos asistenciales”.

Cómo reconocer una crisis de pánico

Si bien las crisis de pánico no se pueden predecir, sobretodo en las primeras etapas del trastorno, cuando no hay motivos aparentes que desencadenen la situación, sí se puede estar preparado para enfrentarlas.

Cabe destacar que incluso el solo recuerdo de un ataque de pánico, puede provocar un nuevo episodio.

Los síntomas más frecuentes de una crisis de pánico son los siguientes:

- Sudoración

- Temor intenso o miedo a morir

- Sensación de ahogo

- Sentimientos de separación

- Palpitaciones, frecuencia cardíaca rápida o latidos cardíacos fuertes

- Temblores y escalofríos

- Mareos y náusea

- Sensación de desmayo o debilidad

¿Qué acciones tomar frente a una crisis de pánico?

La primera recomendación de los especialistas es tratar de relajarse, por ejemplo, controlando la respiración. También ayuda estar consciente de que nada malo va a pasar y que se puede superar el incómodo momento.

En caso de que la crisis se vuelva compleja, lo inmediato es asistir a un centro asistencial con el propósito de descartar que se trate de otro tipo de patología que requiera una atención de emergencia.

Posterior a esto, y en la misma línea de la primera recomendación, es importante mentalizarse en que es algo manejable y pedir ayuda de algún cercano para que brinde apoyo.

Por último, una vez superado el evento, concurrir lo antes posible a un especialista para que entregue el diagnóstico médico indicado e inicie el tratamiento correspondiente si fuera necesario.

Tratamiento de la crisis de pánico

Una vez que una persona es diagnosticada con este trastorno, lo común es que el médico especializado (psiquiatra) realice un tratamiento con antidepresivos de efectos antipanicosos, fármacos ansiolíticos y terapia.

La mayoría de los pacientes se recupera luego de esto y puede comenzar a manejar de mejor manera una crisis. De hecho, los pacientes comienzan a perder el temor y saben identificar qué circunstancias son las que provocan un ataque, de manera tal que puedan evitar esos lugares para prevenir una nueva manifestación.

Sin embargo, el doctor Ivelic enfatiza que “hay algunos casos que necesitan un tiempo más prolongado de tratamiento y otros que lo requieren de forma permanente”.

Diferencia en crisis de pánico y de angustia

El doctor Alejandro Koppmann, psiquiatra de Clínica Alemana, explica las características de esta clase de cuadros son similares, pero tienen diferencias notorias, donde destaca la frecuencia de los síntomas.

La angustia se relaciona a una circunstancia o un conflicto, en cambio un crisis de pánico puede manifestarse sin que exista un condicionante en el entorno.

Cuando una crisis de angustia se repite de manera habitual, puede derivar en una crisis de pánico.

Koppmann detalla que la mejor manera de identificar la problemática es a través de “exámenes básicos de laboratorio, pruebas tiroideas, electrocardiograma y electroencefalograma. Con esos resultados, es posible comenzar con un tratamiento psiquiátrico y/o psicológico adecuado y seguro”.

Además, el especialista dice que “estos estudios deben repetirse periódicamente si los síntomas persisten, a pesar de cumplir con una terapia”, concluye.