A 66 años de Condorito: ¿Por qué debía morir el Roto Quezada?

Condorito
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Este jueves, uno de los más inverosímiles íconos de nuestro país cumple 66 años. Condorito, creación del penquista René ‘Pepo’ Ríos Boettiger, logró saltar a la fama internacionalmente, llevando la picardía y el humor del chileno a todos los rincones del planeta.

Entre sus páginas encontramos a personajes memorables: Coné, Yayita, Don Chuma, Ungenio, Pepe Cortisona o doña Tremebunda, junto a muchos otros que representan a los arquetipos de nuestra sociedad. Esas personas que todos hemos conocido, en pueblos tan típicos como lo eran Pelotillehue, Cumpeo o Buenas Peras.

Sin embargo, quienes son fieles seguidores de las aventuras del ‘Pajarraco’ habrán notado que, de forma permanente, en sus muros, pizarrones, diarios, pantallas y otros lugares, se repite un enigmático mensaje: “Muera el Roto Quezada”.
Pocos saben que tras la consigna se oculta una refinada venganza de Pepo, fruto de la humillación sufrida durante una cena familiar.

Según recoge la Biblioteca Nacional de Chile de boca (o lápiz) del propio René Ríos, corría 1949 cuando el entonces caricaturista de la revista “Pobre Diablo” fue invitado a comer junto a su mujer y su cuñada al casino del Club Militar en Santiago, por parte de un amigo teniente del Ejército.

El grupo departía alegremente hasta que, luego de que ambas mujeres regresaran del baño, se percataron de que sus carteras habían desaparecido.

“Llamé al maitre y le reclamé. Dijo que había que hablar con el mayor Washington Quezada, gerente del Club. Solicitamos la correspondiente audiencia y cuando estuvimos frente a él se comportó groseramente con mi mujer y cuñada. ‘Lamentablemente’, dijo, ‘a este Club están llegando mujerzuelas que, además, se hacen las robadas‘ (…) Un ‘por favor no me comprometas’ de mi amigo militar, me retuvo en el asiento. De lo contrario le vuelo los dientes”, aseveró el dibujante.

“Así que para abreviar dije: con rotos como este no se puede seguir hablando. Justo en esos momentos nacía Condorito y ahí lo metí entonces como un motivo de chistes. El perrito con la patita levantada y el letrero que dice ‘Muera el roto Quezada’… Y al perro le puse Washington“, concluyó.

El mismo Pepo reveló esta anécdota en la revista Nº7 de Condorito del año 1961, donde ‘entrevistaba’ a Washington (el perro, se entiende).

“Lo llamamos roto en el sentido despectivo y ordinario de la palabra. Por supuesto, nada tiene que ver con el roto altivo de Yungay, con el roto trabajador y sufrido que labora en la pampa, en la mina, en el mar y en nuestros campos. Sencillamente, es un roto de miéchica”, remataba Pepo.

El caricaturista siguió haciendo de las suyas, incluso con variaciones del mensaje según la ocasión (“Quezada Felón”, “Hoy fusilan al Roto Quezada”, “Cloteó el roto Quezada”), hasta que en la década del 70, un familiar de Washington Quezada lo contactó para pedirle que diera fin a su vendetta, dado que el militar había fallecido.

Pepo accedió, pero volvió contra él aún con más fuerza tras enterarse de que Quezada estaba muy vivo, trabajando ahora en el Hospital Militar.

Sólo la internacionalización de la revista y una solicitud expresa de las hijas del funcionario castrense, a mediados de los 80, lograron que René Ríos se diera finalmente por satisfecho y dejara en paz de una vez al “Roto Quezada”.

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Este jueves, uno de los más inverosímiles íconos de nuestro país cumple 66 años. Condorito, creación del penquista René ‘Pepo’ Ríos Boettiger, logró saltar a la fama internacionalmente, llevando la picardía y el humor del chileno a todos los rincones del planeta.

Entre sus páginas encontramos a personajes memorables: Coné, Yayita, Don Chuma, Ungenio, Pepe Cortisona o doña Tremebunda, junto a muchos otros que representan a los arquetipos de nuestra sociedad. Esas personas que todos hemos conocido, en pueblos tan típicos como lo eran Pelotillehue, Cumpeo o Buenas Peras.

Sin embargo, quienes son fieles seguidores de las aventuras del ‘Pajarraco’ habrán notado que, de forma permanente, en sus muros, pizarrones, diarios, pantallas y otros lugares, se repite un enigmático mensaje: “Muera el Roto Quezada”.
Pocos saben que tras la consigna se oculta una refinada venganza de Pepo, fruto de la humillación sufrida durante una cena familiar.

Según recoge la Biblioteca Nacional de Chile de boca (o lápiz) del propio René Ríos, corría 1949 cuando el entonces caricaturista de la revista “Pobre Diablo” fue invitado a comer junto a su mujer y su cuñada al casino del Club Militar en Santiago, por parte de un amigo teniente del Ejército.

El grupo departía alegremente hasta que, luego de que ambas mujeres regresaran del baño, se percataron de que sus carteras habían desaparecido.

“Llamé al maitre y le reclamé. Dijo que había que hablar con el mayor Washington Quezada, gerente del Club. Solicitamos la correspondiente audiencia y cuando estuvimos frente a él se comportó groseramente con mi mujer y cuñada. ‘Lamentablemente’, dijo, ‘a este Club están llegando mujerzuelas que, además, se hacen las robadas‘ (…) Un ‘por favor no me comprometas’ de mi amigo militar, me retuvo en el asiento. De lo contrario le vuelo los dientes”, aseveró el dibujante.

“Así que para abreviar dije: con rotos como este no se puede seguir hablando. Justo en esos momentos nacía Condorito y ahí lo metí entonces como un motivo de chistes. El perrito con la patita levantada y el letrero que dice ‘Muera el roto Quezada’… Y al perro le puse Washington“, concluyó.

El mismo Pepo reveló esta anécdota en la revista Nº7 de Condorito del año 1961, donde ‘entrevistaba’ a Washington (el perro, se entiende).

“Lo llamamos roto en el sentido despectivo y ordinario de la palabra. Por supuesto, nada tiene que ver con el roto altivo de Yungay, con el roto trabajador y sufrido que labora en la pampa, en la mina, en el mar y en nuestros campos. Sencillamente, es un roto de miéchica”, remataba Pepo.

El caricaturista siguió haciendo de las suyas, incluso con variaciones del mensaje según la ocasión (“Quezada Felón”, “Hoy fusilan al Roto Quezada”, “Cloteó el roto Quezada”), hasta que en la década del 70, un familiar de Washington Quezada lo contactó para pedirle que diera fin a su vendetta, dado que el militar había fallecido.

Pepo accedió, pero volvió contra él aún con más fuerza tras enterarse de que Quezada estaba muy vivo, trabajando ahora en el Hospital Militar.

Sólo la internacionalización de la revista y una solicitud expresa de las hijas del funcionario castrense, a mediados de los 80, lograron que René Ríos se diera finalmente por satisfecho y dejara en paz de una vez al “Roto Quezada”.

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