Al menos 28 personas murieron y un centenar resultaron heridas el lunes en un atentado suicida en la ciudad turca de Suruc, cerca de la frontera siria, del que las autoridades turcas acusan al grupo Estado Islámico.

La detonación tuvo lugar en el jardín de un centro cultural de Suruc, situada a una decena de kilómetros de la ciudad siria Kobane, de donde el EI fue expulsado en enero pasado por los combatientes kurdos.

En esa ciudad, un suicida hizo estallar un coche bomba en un control militar matando a dos miembros de las fuerzas de seguridad kurdas, según el director del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), Rami Abdel Rahman.

En Suruc, numerosas ambulancias y vehículos policiales acudieron inmediatamente al lugar de los hechos, donde la explosión provocó un incendio, según las imágenes difundidas por las televisiones turcas.

El ministerio del Interior turco calificó lo ocurrido de “ataque terrorista” y prometió que se llevaría a los autores ante la justicia.

“Las autoridades turcas tienen motivos de peso para creer que ese ataque terrorista fue perpetrado por el EI”, indicó un responsable del gobierno turco que quiso guardar el anonimato, añadiendo que el atentado suicida producido poco después en Kobane “reforzaba sus sospechas”.

El comisario de Política Europea de Vecindad y Negociaciones de Ampliación, Johannes Hahn, dijo en Twitter que el “ataque terrorista” en Suruc era de nuevo una “trágica consecuencia del conflicto sirio en un país vecino”.

Ataque a la unidad de Turquía

“Estamos conmovidos porque 28 ciudadanos murieron y numerosas personas resultaron heridas como consecuencia de un acto de terror”, declaró el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan durante una visita al norte de Chipre. “En nombre de mi pueblo, maldigo y condeno a los autores de esa brutalidad”, añadió.

“Llamamos a todos a mostrar sentido común ante este ataque terrorista contra la unidad de nuestro país”, afirmaba poco antes el ministro del Interior.

Muchos refugiados sirios se habían instalado en Suruc, tras huir de la violencia del grupo yihadista Estado Islámico (EI) el año pasado en Kobane.

Los violentos combates que asolaron esa localidad durante cuatro meses provocaron el éxodo de unas 200.000 personas hacia Turquía de las cuales solo 35.000 han regresado a su país,. según las autoridades turcas.

Las fuerzas kurdas consiguieron expulsar al EI de Kobane en enero con la ayuda de los bombardeos de la coalición liderada por Washington.

A finales de junio, sin embargo, el EI lanzó un ataque sorpresa con tres atentados suicidas y consiguió entrar de nuevo en la ciudad, antes de que las milicias kurdas retomaran el control de la localidad. Los enfrentamientos con los yihadistas dejaron 120 víctimas civiles.

Turquía sube el tono

Turquía es considerada como la principal vía de acceso de los reclutas del EI a Siria, donde la organización yihadista controla extensas franjas de territorio.

Los países occidentales reprochan a menudo al gobierno islamo-conservador de Ankara su neutralidad, e incluso su tolerancia, respecto a organizaciones radicales que luchan contra el régimen de Bashar al Asad, algo que Estambul, que catalogó al EI de grupo terrorista en octubre de 2103, siempre ha negado.

El atentado de este lunes en Suruc llega en un contexto de creciente hostilidad hacia los yihadistas por parte de Estambul, que ha reforzado los controles en los aeropuertos y en su frontera para impedir el paso de los reclutas extranjeros del EI, ha aumentado sus efectivos militares a lo largo de la frontera siria y ha llevado a cabo varias operaciones policiales en las últimas semanas para desmantelar las filiales yihadistas que pasan por su territorio.

La creciente mano dura con los yihadistas ha desatado los rumores de una posible intervención en Siria, si bien Davutoglu ha descartado esa posibilidad.

En cualquier caso, “es obvio que el gobierno turco ha elevado al EI al rango de una de las amenazas más importantes a las que se enfrenta su país”, aseguró a la AFP la semana pasada un veterano diplomático occidental.