Crítica de Teatro: “Cabaret Bijoux”

Francisco Jullian
Francisco Jullian
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Larga y exitosa tradición tiene este drama del argentino Alfredo Zemma, que en 1976 debutó en Chile en la cuerda melodramática, según la adaptación del dramaturgo chileno José Pineda.

No es raro, entonces, que la nostalgia sea un factor presente en el remontaje de una obra que, de alguna manera, revivía en escena la vida nocturna y revisteril que murió en nuestro país con el golpe militar de 1973.

“Cabaret Bijoux”, en diferentes períodos, se exhibió durante 10 años. Ahora, vuelve nuevamente, dirigida y protagonizada por el destacado actor Tomás Vidiella,.

Los archivos dan cuenta del impacto que provocaron, en una época oscura de nuestro país, las peripecias al interior de un club nocturno en decadencia, cuyos integrantes hacen lo imposible por mantener el glamour.

En la versión actual, la obra mantiene el tono melodramático y se concentra en el contrapunto patético y divertido que genera la actitud de divos de estos artistas –ahora de edad avanzada- que quieren mantener la vivacidad del show y traspasar una alegría que ya no tienen.

A esto agregan chistes y conversaciones que aluden a la contingencia chilena, con lo que se busca actualizar un antiguo formato escénico –teatro dentro del teatro- que tiene lo ingenuo en su naturaleza.

Las burlas por la decadencia del otro, las falsas ilusiones respecto del amor, el deseo de mantenerse joven y una pretendida renovación del show con la llegada de una joven, forman parte de una mirada tragicómica del ser humano.

Variantes del travestismo

Francisco Jullian

Francisco Jullian

El rol principal –Lulú, un travesti- lo tiene Vidiella, un actor más que avezado, cuyo desplante y desinhibición son fundamentales para mantener el hilo y sentido de la historia.

Esta vez, aprovecha algunas de sus características corporales para acentuar el contraste entre el divismo y la realidad.

Y, nuevamente, interpreta un travesti con audacia y sin prejuicios, un perfil que hoy todavía se mira con recelo y discriminación.

Lo acompaña la actriz Consuelo Holzapfel, como la insondable, íntima y vulnerable Miriam. Entre ambos personajes desarrollan el núcleo de la obra: sus conductas, valores y expectativas retratan pasado, presente y futuro de la actividad decadente que realizan.

El trabajo escenográfico es llamativo. Enmarcada en pilares metálicos, una gran cantidad de utilería –maniquíes, focos, fotografías familiares, adornos, imágenes religiosas- ayuda a generar un ambiente de calidez.

Francisco Jullian

Francisco Jullian

Tres son los lugares donde se mueve una decena de personajes: el escenario donde se presentan los números musicales y las coreografías, un altillo y el camarín.

Sin embargo, el camarín -estrecho e incómodo para los personajes- es el espacio escénico fundamental del montaje.

Allí, a la vista del público, Lulú y Miriam se visten y maquillan, construyendo el retrato humano más cercano para el público.

Estos artistas de baja categoría se muestran como son y no le ponen freno a la envidia, a la admiración, a los celos ni al compañerismo.

Es decir, al escozor espiritual más profundo junto a la liviandad más ingenua y grosera anidada en el ser humano.

En el vestuario también se advierte un cuidadoso trabajo que recuerda al espectador de hoy el rutilante y fastuoso show revisteril.

Es probable que la obra haya sufrido las consecuencias del paso del tiempo y su temática y recursos utilizados resulten conocidos como expresión teatral.

Leopoldo Pulgar

Leopoldo Pulgar

Y que, por ejemplo, el ballet de las gordas, equivalente a la carta de presentación de este montaje, no tenga todavía el peso suficiente.

Sin embargo, este “Cabaret Bijoux” puede ser muy interesante para quienes gustan del show revisteril y que busquen historias y personajes que evoquen a los seres humanos de hoy y no parte de una galaxia lejana.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

Teatro Caupolicán. San Diego 850. F: 2699 1556. Sábado 18 y 25; domingo 19 y 26. Viernes y sábado, 21.00; domingo 20.00 horas. Entradas, entre $ 7.000 y $ 40.000. Sistema Ticketek

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Larga y exitosa tradición tiene este drama del argentino Alfredo Zemma, que en 1976 debutó en Chile en la cuerda melodramática, según la adaptación del dramaturgo chileno José Pineda.

No es raro, entonces, que la nostalgia sea un factor presente en el remontaje de una obra que, de alguna manera, revivía en escena la vida nocturna y revisteril que murió en nuestro país con el golpe militar de 1973.

“Cabaret Bijoux”, en diferentes períodos, se exhibió durante 10 años. Ahora, vuelve nuevamente, dirigida y protagonizada por el destacado actor Tomás Vidiella,.

Los archivos dan cuenta del impacto que provocaron, en una época oscura de nuestro país, las peripecias al interior de un club nocturno en decadencia, cuyos integrantes hacen lo imposible por mantener el glamour.

En la versión actual, la obra mantiene el tono melodramático y se concentra en el contrapunto patético y divertido que genera la actitud de divos de estos artistas –ahora de edad avanzada- que quieren mantener la vivacidad del show y traspasar una alegría que ya no tienen.

A esto agregan chistes y conversaciones que aluden a la contingencia chilena, con lo que se busca actualizar un antiguo formato escénico –teatro dentro del teatro- que tiene lo ingenuo en su naturaleza.

Las burlas por la decadencia del otro, las falsas ilusiones respecto del amor, el deseo de mantenerse joven y una pretendida renovación del show con la llegada de una joven, forman parte de una mirada tragicómica del ser humano.

Variantes del travestismo

Francisco Jullian

Francisco Jullian

El rol principal –Lulú, un travesti- lo tiene Vidiella, un actor más que avezado, cuyo desplante y desinhibición son fundamentales para mantener el hilo y sentido de la historia.

Esta vez, aprovecha algunas de sus características corporales para acentuar el contraste entre el divismo y la realidad.

Y, nuevamente, interpreta un travesti con audacia y sin prejuicios, un perfil que hoy todavía se mira con recelo y discriminación.

Lo acompaña la actriz Consuelo Holzapfel, como la insondable, íntima y vulnerable Miriam. Entre ambos personajes desarrollan el núcleo de la obra: sus conductas, valores y expectativas retratan pasado, presente y futuro de la actividad decadente que realizan.

El trabajo escenográfico es llamativo. Enmarcada en pilares metálicos, una gran cantidad de utilería –maniquíes, focos, fotografías familiares, adornos, imágenes religiosas- ayuda a generar un ambiente de calidez.

Francisco Jullian

Francisco Jullian

Tres son los lugares donde se mueve una decena de personajes: el escenario donde se presentan los números musicales y las coreografías, un altillo y el camarín.

Sin embargo, el camarín -estrecho e incómodo para los personajes- es el espacio escénico fundamental del montaje.

Allí, a la vista del público, Lulú y Miriam se visten y maquillan, construyendo el retrato humano más cercano para el público.

Estos artistas de baja categoría se muestran como son y no le ponen freno a la envidia, a la admiración, a los celos ni al compañerismo.

Es decir, al escozor espiritual más profundo junto a la liviandad más ingenua y grosera anidada en el ser humano.

En el vestuario también se advierte un cuidadoso trabajo que recuerda al espectador de hoy el rutilante y fastuoso show revisteril.

Es probable que la obra haya sufrido las consecuencias del paso del tiempo y su temática y recursos utilizados resulten conocidos como expresión teatral.

Leopoldo Pulgar

Leopoldo Pulgar

Y que, por ejemplo, el ballet de las gordas, equivalente a la carta de presentación de este montaje, no tenga todavía el peso suficiente.

Sin embargo, este “Cabaret Bijoux” puede ser muy interesante para quienes gustan del show revisteril y que busquen historias y personajes que evoquen a los seres humanos de hoy y no parte de una galaxia lejana.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

Teatro Caupolicán. San Diego 850. F: 2699 1556. Sábado 18 y 25; domingo 19 y 26. Viernes y sábado, 21.00; domingo 20.00 horas. Entradas, entre $ 7.000 y $ 40.000. Sistema Ticketek