El primer ministro griego Alexis Tsipras afrontaba el martes en Atenas la ardua tarea de ‘vender’ en su país las draconianas medidas exigidas por la eurozona, que debe además hacer aprobar el miércoles por el parlamento.

De vuelta de Bruselas, Tsipras buscaba el apoyo del pueblo griego, del parlamento y de su formación de izquierda radical, Syriza, que ganó las elecciones en enero con la promesa de acabar con cinco años de dura austeridad, impuesta a cambio de  dos precedentes planes de rescate.

Tsipras encadena “un sprint en Atenas tras un maratón en Bruselas”, ilustró el diario liberal Kathmerini, al referirse a las consultas que lleva a cabo en la capital griega con miembros de Syriza, algunos de los cuales acusan al primer ministro de rendición o capitulación el lunes en la capital europea ante las imposiciones de Alemania. 

“Este acuerdo puede pasar (en el parlamento) con los votos de la oposición, pero no con los del pueblo” griego, advirtió el ministro de Energía, Panagiotis Lafazanis, del ala ‘dura’ de Syriza.

Ante esta ola opositora, Tsipras -deseoso de presentar a un ejecutivo unido ante la votación parlamentaria del miércoles- debatió una posible remodelación del gobierno con varios responsables de su mayoría política, según la cadena pública ERT.

El primer ministro reconoció en una entrevista televisada que el acuerdo con los acreedores es un texto en el “que no creía”, pero que “firmó para evitar un desastre al país”.

“Asumo mis responsabilidades por cualquier error que pueda haber cometido, asumo mi responsabilidad por un texto en el que no creo pero que firmé para evitar un desastre al país”, declaró Tsipras a la ERT, la víspera de la votación en el Parlamento sobre este acuerdo, que parte de su partido no apoya, ante lo que busca “hacer todo lo posible para conservar la unidad” del Syriza.

Añadiendo: “la apertura de los bancos depende de la aprobación del acuerdo, que tendrá lugar dentro de un mes (…) Cuando hay un ‘shock’, siempre existe la posibilidad de que los ahorristas retiren todo su dinero”.

Veinticuatro horas después de logrado ese compromiso,  el presidente francés François Hollande afirmó que Grecia no ha sido “humillada” por ese acuerdo. “Yo no acepto que un pueblo sea humillado”, “la humillación hubiera sido echarla de la zona euro”, dijo en una entrevista a la televisión, con motivo de la fiesta nacional francesa.

Proyecto de ley

Los socios europeos de Grecia han exigido una reforma del IVA, una reforma fiscal y del sistema de pensiones, así como la introducción de una regla de oro presupuestaria, entre otras medidas.

El proyecto de ley sobre las reformas fue presentado este martes por la tarde ante el parlamento y, tras ser examinado por las comisiones, podrá ser debatido el miércoles en la Asamblea griega.   

Una vez votadas las medidas, los líderes de los demás 18 países de la zona euro empezarán las negociaciones con Grecia sobre un nuevo programa de rescate de una duración de tres años y por un valor de hasta 86.000 millones de euros. Se trata del tercer plan de rescate para Grecia en cinco años.

De momento, la zona euro analizaba este martes varias opciones para que Grecia pueda hacer frente a sus vencimientos de deuda de corto plazo (12.000 millones antes de fin de agosto) a la espera de ese posible tercer rescate financiero. En este rescate la participación de la eurozona sería de entre “40.000 y 50.000 millones de euros”.

Entretanto el partido aliado con Syriza en el gobierno, el nacionalista Griegos Independientes (ANEL) debía aún definir su posición.

Su líder, Panos Kammenos, que ocupa el cargo de ministro de Defensa, ha dicho que no aprueba las duras medidas impuestas por Europa pero que permanecería en el gobierno.

El propio Tsipras había dicho el lunes que “la gran mayoría del pueblo griego aprobará” el acuerdo, pues permite al país permanecer en la zona euro, abre la vía a una reestructuración de la enorme deuda pública (180% del PIB) e impedirá el colapso del sistema bancario.

“Humillación y esclavitud”

 

Pero mucho griegos –que votaron masivamente “No” en referéndum del 5 de julio a propuestas europeas menos duras– expresaron su rabia a través de los medios sociales, con el hashtag en Twitter #ThisIsACoup (Esto es un golpe de Estado financiero), uno de los más comentados.

Coincidiendo con el voto el miércoles en el parlamento en Atenas, el sindicato de empleados estatales griegos, Adedy, convocó una huelga de 24 horas.

Haralambos Rouliskos, un economista de 60 años, afirma que el acuerdo con la zona euro trae “miseria, humillación y esclavitud”.

Los acreedores de la eurozona “están intentado chantajearnos”, asegura Katerina Katsaba, un mujer que 52 años que trabaja en una empresa farmacéutica.

El acuerdo del lunes en Bruselas puso fin a cinco meses de tensas y fracasadas negociaciones entre Atenas y Bruselas sobre la entrega de financiación a cambio de reformas.