Un safari “del terror” en un bosque australiano, en el que el asesino en serie Ivan Milar enterró a siete jóvenes mochileros en los años 1990, indignó a las familias de las víctimas y a los poderes públicos en Australia.

Por 150 dólares por persona (100 euros), la compañía Goulburn Ghost Tours propone a sus clientes llevarlos por la noche al bosque de Belanglo, donde Ivan Milat sepultó los cadáveres de dos británicos, tres alemanes y dos australianos asesinados entre 1989 y 1992.

A Milar se le condenó en 1996 a varias penas de cadena perpetua por haber masacrado a sus víctimas con arma blanca o con armas de fuego.

Los cadáveres, descubiertos entre septiembre de 1992 y noviembre de 1993, fueron enterrados todos en el bosque de Belango, situado unos 120 km al sudoeste de Sídney. Ivan Milat fue detenido en 1994 gracias al testimonio de un mochilero británico que escapó de milagro.

“Lo estabais pidiendo y lo hemos hecho – Goulburn Ghost Tours, las excursiones del terror extremo, son por fin una realidad”, anuncia la compañía en su página de internet.

“¡Síguenos a Belanglo, donde Ivan Milat enterró los cuerpos de sus víctimas! Cuando se penetra en el bosque de Belanglo, nunca se tiene la seguridad de si se saldrá algún día…”.

El primer ministro del Estado de Nueva Gales del Sur, Mike Baird, calificó esta iniciativa de “repugnante” y se comprometió a rechazar la licencia que la empresa necesita que le conceda el gobierno del Estado para poner en marcha estos macabros paseos.

En 2010, en el mismo bosque, el sobrino nieto de Milat, Matthew Milat, que entonces tenía 17 años, torturó y mató con un hacha a un amigo suyo, David Auchterlonie, el día en que celebraba sus 17 años.

En 2012 se le condenó a 30 años de reclusión.

La abuela de David, Sandra Auchterlonie, reaccionó enérgicamente a los proyectos de Goulburn Ghost Tours.

No puedo impedir a nadie que organice estas salidas lúgubres, pero creo que es una vergüenza“, declaró al diario Sydney Morning Herald.

A los dueños de la empresa no se les pudo contactar este martes, pero en una entrevista a un periódico, la directora Louise Edwards aseguró que era consciente de la emoción provocada.

“Hemos reflexionado mucho. Queríamos estar seguros de no ofender a nadie”, justificó.