Los griegos estaban divididos este lunes entre el alivio de que su país siga en la zona euro y el sentimiento de humillación al ver que las nuevas exigencias de los acreedores someterán al país a una cesión de su soberanía difícil de digerir.

“Miseria, humillación y esclavitud”, son las palabras que resumen para Haralambos Rouliskos, un economista de 60 años, las condiciones del acuerdo de este lunes entre Grecia y sus socios europeos tras una larga noche de negociaciones. 

Para Lefteris Paboulidis, un emprendedor de 35 años, que tiene una agencia matrimonial, hubiera sido preferible no llegar a un acuerdo a tener un acuerdo como este, que no va a hacer sino agravar la situación. 

En la plaza central de Kolonaki, el barrio más elegante de Atenas, un grupo de jubilados beben café tranquilamente en una terraza. 

Su compostura y parsimonia contrasta con los duros comentarios que siguieron al anuncio del acuerdo, que mezclaron críticas de expertos en economía e incluso acuñaron un “hashtag” en las redes sociales, #ThisIsACoup (esto es un golpe de Estado), culpando a Alemania.

“Si toman la Acrópolis” 

“Al menos, evitamos la salida de la zona euro”, señala Michaelis Sarides, un jubilado propietario de una empresa, elegantemente vestido. 

Sarides escuchó hablar de un punto que estipula la creación de un fondo de cerca de 50.000 millones de euros con activos griegos privatizados. Esta medida no le gusta y menos aún el hecho de que esté gestionado desde Luxemburgo. 

“Les advierto, si toman la Acrópolis, va a ser la guerra”, gruñe. 

Otro parroquiano lo tranquiliza afirmando que los activos en cuestión serán puertos o aeropuertos. 

En la mesa vecina, Olga Philippou, de 52 años, discute mientras espera que sea la hora de abrir su tienda de bisutería. Entre las nuevas medidas anunciadas, la apertura de los negocios el domingo le provoca escepticismo.  

“Intentamos abrir el domingo, pero no había nadie. Puede que sea una buena medida para las islas turísticas, pero aquí lo dudo mucho”, estima.

En su opinión, en Europa se equivocan al intentar aplicar las mismas medidas en todos los países, sin tener en cuenta “las condiciones y los modos de vida”. 

Apoyo a Tsipras

En un café contiguo, tres hombres fuman mientras conversan. No votaron a la misma opción en el referéndum, pero son unánimes a la hora de calificar el rol del primer ministro, Alexis Tsipras, en la gestión de la crisis. 

“Tsipras es el mejor primer ministro posible que podría tener Grecia. Pese a las difíciles medidas que vamos a tener que tomar, él logró mantener a Grecia en el euro y eso, es una gran victoria”, estima Emile Poligenis, de 35 años, que se desempeña en un portal de información de la iglesia ortodoxa. 

Para él, un votante del “no”, no considera que el primer ministro haya cambiado su negativa en un “sí”. “Lo hizo para seguir en Europa”, justificó. 

Sin embargo, no es favorable a la apertura de los negocios el domingo. 

“El domingo, es el día del Señor”, pero “los que quieren trabajar ese día, son libres de hacerlo”, considera.